El bebé que esperaba le dio la fortaleza y la esperanza para no bajar los brazos
A María Constanza Castillo le encontraron unos nódulos malignos en una de sus mamas en el momento en que comenzaba a cursar su embarazo. “El doctor me había dicho que él iba a cuidar a las dos por igual, pero que la prioridad era salvarme a mí”.
Para noviembre del año 2007, María Constanza Castillo tenía 35 años y después de haber trabajado durante mucho tiempo en una empresa multinacional se estaba abriendo un nuevo camino en forma independiente en su profesión de Diseñadora de Indumentaria. Además, acababa de finalizar sus estudios como Asesora de Imagen.
Esa decisión de cambio de vida estaba muy vinculada a la idea de tener un bebé. Como su abuela había tenido nódulos durante su juventud y a su hermana María Paula le habían encontrado un nódulo maligno en el pecho, Constanza decidió realizar una consulta con el Dr. Jorge Dotto.
El médico la revisó, la encontró bien, pero le indicó que se realizara una ecografía mamaria para enero.
-Le cuento que estoy buscando un bebé –le dijo Constanza al doctor.
-¡Que lindo!, que saga todo bárbaro –le contestó.
Para fines de diciembre Constanza ya estaba embarazada. Durante los primeros días de enero de 2008 se hizo la ecografía que arrojó que tenía nódulos en ambas mamas, algunos de ellos malignos.
-Igualmente vamos a esperar hasta que el doctor vuelva de sus vacaciones –le dijo la ecografista.
-¿Sabés que yo estoy embarazada?
-Bueno, vamos a seguir con los controles.
Malas noticias
Constanza se fue unos días de vacaciones a Uruguay ya que una gran parte de la familia de Uriel (su esposo) vivía del otro lado del charco. El objetivo del viaje, además de tomarse unos días de descanso, era poder contar la hermosa noticia de su embarazo.
“Yo estaba contenta porque iba a ser mamá, en ese momento no me imaginaba que pudiera estar enferma, no me entraba en la cabeza pese a los resultados de esa ecografía”, rememora.
En febrero volvió a hacerse los controles y si bien los nódulos no habían avanzado de un mes al otro, el doctor se mostró preocupado y no lo dejaba para nada tranquilo que ella mantuviera ese cuadro estando embarazada.
De inmediato, le indicó una cuadrantectomía, una operación quirúrgica para extirpar el cáncer y un poco del tejido que lo rodea, pero no la mama.
Tras someterse a ese procedimiento, Constanza seguía sin pensar en que podía tener algo malo, estaba esperanzada en que todo iba a salir bien. “Fue un balde de agua fría cuando el doctor la llamó a mi hermana para avisarle que no fuera sola a buscar la biopsia porque había dado mal. El estudió arrojó que tenía tumores agresivos pero que estaban en un estado incipiente ya que medían menos de un 1 cm, pero el principal problema era que podían seguir creciendo y durante el embarazo todo el movimiento hormonal y el cambio del cuerpo era lo que podía generar que avanzara más rápidamente, además teniendo el riesgo de que era muy joven”, recuerda Constanza.
“Si no hubiera tenido a Chiara en la panza, no sé cómo hubiera seguido”
En ese momento Constanza debió realizar un parate en las actividades que estaba haciendo (había comenzado a jugar al tenis, entre otras cosas) para hacerse una mastectomía, la extirpación de su mama derecha.
“En ese momento es como que se me cortó la respiración y me quedé como en una situación de suspenso, preguntándome en qué iba a terminar todo eso. Yo tenía mucho miedo de entrar al quirófano por el temor de perder el embarazo. El doctor me había dicho que él iba a cuidar a las dos por igual, pero que la prioridad era salvarme a mí”.
Pese a todos sus temores, Constanza sacó fuerzas desde lo más profundo de su corazón con la firme esperanza de que todo iba a salir bien. “Si no hubiera tenido a Chiara en la panza, no sé cómo hubiera seguido. Si esto me hubiera pasado en otro momento de mi vida me hubiera costado mucho seguir adelante. No creo que hubiera bajado los brazos porque no está en mi personalidad, sé que siempre soy una persona que piensa en positivo. El hecho de colocar en primer lugar la vida de mi futuro hijo me unió mucho a mi marido con quién la peleábamos a la par, pese a que yo ponía el cuerpo, y me dio mucha más fuerza y esperanza para atravesar todo”.
Su esposo, sus padres, sus amigos, las compañeras de MACMA (Movimiento Ayuda Cáncer de Mama) y su psicóloga fueron pilares fundamentales para contenerla en esos instantes de incertidumbre. “Antes de la operación tenía mis manos arriba de la panza mientras rezaba un Padre Nuestro hasta que me quedé dormida. Mi fe católica me ayudó mucho, me sirvió acceder a los sacramentos, yo siempre trataba de comulgar, la fe me sostuvo mucho”.
Bienvenida María Chiara
Luego de la intervención, en marzo del 2008, Constanza empezó a disfrutar mucho más relajada de la evolución del embarazo. Lo vivió con mucha alegría y felicidad prestando atención de no hacer grandes esfuerzos. Como no podía hacer gimnasia, aprovechaba para caminar e hizo el curso de pre-parto por más que sabía que no iba a ir a parto natural.
La cesárea se programó para el 11 de septiembre y finalmente logró llegar a término. Cuando dio a luz a María Chiara la emoción se tornó incontenible en el momento en que el obstetra la colocó sobre su pecho. “Fue una alegría inmensa, de mucho agradecimiento de tantas bendiciones porque estaba muy feliz de que ella estuviera sana. A la salida del quirófano estaban mi mamá y mi hermana Paula, la vieron con los ojitos abiertos y dijeron que estaba despierta como una nena activa y totalmente conectada con el mundo. Es una nena con mucha fortaleza, muy resiliente, con muchas ganas de vivir. La maternidad me sorprendió de una manera muy plena”, se emociona.
Actualmente, María Chiara tiene 10 años y, según su mamá, se parece mucho a ella en su carácter extrovertido y en la alegría que expresa todos los días. “Es muy dulce, amorosa, le encantan los deportes, que lo heredó de su papá, y también canta y baila como yo. Es muy amiguera, le gustan mucho los animales. Es una nena muy feliz”.
Dar y recibir
Constanza tiene su emprendimiento de asesoría en imagen y, además, realiza actividades con pacientes oncológicos. Durante mucho tiempo trabajó como voluntaria para la Cámara Argentina de la Industria de Cosmética y Perfumería (C.A.P.A.) brindando talleres dentro del programa “Luzca bien siéntase mejor”, una iniciativa a nivel mundial cuyas beneficiarias son pacientes oncológicas. “Se les entrega una bolsita con productos y se les enseña a auto-maquillarse con sus propios cosméticos y después se lo llevan de regalo a sus casas. Yo intervenía en la parte de enseñarles a colocarse los pañuelos, les explicaba cómo son los diferentes modelos, cómo se fabrican, les mostraba la forma de colocarse aros y collares”.
Constanza cuenta que se trataba de un espacio para disfrutar, no de auto-ayuda, eran talleres que duraban dos horas donde, además, ella les contaba que había atravesado por esa situación, que se podía salir y que había que ponerle mucha fuerza. “Cuando se iban y me daban las gracias sentía que la agradecida era yo porque cuando vos estás bien después de atravesar una situación límite, tenés como una fuerza para retribuirle a los demás algo de lo que Dios te dio, es como cerrar el círculo de agradecimiento”.
“Lo único que tenemos es el presente, hay que disfrutar el hoy, está bien planificar para el futuro pero aprendí a bajar la auto-exigencia. Trato de disfrutar esto que realmente lo vivo como una segunda oportunidad”.
¿Qué nos deja la historia de Constanza?
Constanza es una mujer muy fuerte que en los momentos más adversos se aferró a su fe católica y se dejó mimar por el amor incondicional de sus seres más queridos. Nunca estuvo ni se sintió sola. Esos sentimientos de esperanza le permitieron poder afrontar con fortaleza cada una de esas instancias complicadas y el deseo de protección hacia su bebé y su instinto de madre ayudaron en gran forma a superar esos momentos traumáticos. Y la llegada de Chiara fue la gran recompensa para toda esa lucha.
Alejandro Gorenstein