Leona de la vida
Hola queridos lectores. Me llamo Silvana, tengo 54 años, nací en Tres Arroyos provincia de Buenos Aires. Soy la menor de cinco hermanos, tengo tres hermosos hijos, mi madre de 84 años, mi padre falleció hace años. Actualmente, estoy separada y en trámites de divorcio.
Todo comenzó hace 27 años, me case y luego de un tiempo nos fuimos a vivir a Justo Daract, provincia de San Luis con nuestra primer hija de 4 meses. Su nombre es Karen, en ese lugar estaba toda la familia de mi ex marido, para mi distanciarme de toda mi familia fue muy duro y también tener que empezar desde cero nuevamente.Allí trabajábamos en un polirrubro durante muchas horas y pudimos comprar nuestra primera casa, años después nacieron Emanuel y Rocío se llevan 4 años entre los tres. En mi relación de pareja hubo muchas discusiones por infidelidades de parte de él, yo trataba de soportar todo por miedo a no poder salir adelante. Negar todo y reprimirlo durante años, quizás fue la única forma de sobrellevar mi vida y sobrevivir ante todo lo que estaba pasando.
En el año 2009 comencé con dolores abdominales y hemorragias, me lo habían tratado como fibroma pero después de un mes de fuertes dolores, decidí ir al hospital a 35 km de casa, ya que donde vivo no hay demasiados profesionales y los pocos que hay nos derivan a la ciudad cercana. Allí me realizaron un Papanicolaou, el cual me generó abundante hemorragia por lo cual tuvieron que internarme, pero pude recuperarme.
Semanas después, llegaron los resultados de la biopsia, el ginecólogo me comunica que hay un carcinoma en el útero y que debía ver a un oncólogo, en ese instante sentí un gran impacto, parecía que hablaba de otra persona y yo sólo escuchaba. Al salir del hospital me di cuenta que esa paciente era yo, allí fue que lloré mucho, me enojé, pasé por todos los estados de ánimo hasta llegar a casa, donde tenía que tomar fuerzas y darle la noticia a mi mamá que estaba de visita y a mis hijos; ellos me escucharon con lágrimas en los ojos y la más chiquita me preguntó: ¿Te vas a morir como el abuelo? Y yo le respondí que todos podemos morir de cualquier cosa, pero yo iba a luchar y me iba a curar.
En el 2010 me operaron con éxito, luego hice quimioterapia y rayos por prevención y también braquiterapia. Realmente, todo esto cambió mi vida, pasé de preguntarme ¿por qué a mí? A ¿para qué a mí? Ya que debía aprender algo de cada cosa que me estaba sucediendo.
Asimismo, al correr de los años la relación con mi pareja era cada vez más tóxica, maltratos físicos y psicológicos, pero yo seguía soportando. Luego él decide ir a estudiar varias veces a la semana a Córdoba donde se habían ido a estudiar mis dos hijos mayores y volver al pueblo, yo me quedé con la más pequeña y así pasaron unos años.
En el 2014 aparece un tumor en la vértebra cervical, me operaron y era benigno. Debo confesar que luego de la operación la pasé bastante mal. En esa época había conflicto entre los directivos y médicos del hospital y ellos junto con enfermeras se desquitaban con los pacientes, tuve que escuchar y aguantar malos tratos y yo sin poder moverme de la cama, hasta que por fin salí de terapia y me dieron el alta.
Después de un tiempo aparecen tres tumores en el hígado,me dieron nuevamente quimioterapia, me sentí muy mal, otra vez volver a la misma historia. La verdad es que ese lugar donde las realizan es muy feo, muy triste; a medida que pasaba el tiempo iba viendo cómo algunas personas se recuperaban y estaban contentas al finalizar su quimioterapia y por otro lado, otras personas que de un día para el otro no venían más y cuando preguntaba por alguien la enfermera te decía la cruda y dolorosa realidad, que ese ser ya no vivía más.
Así es que esta vez, las quimios fueron más fuertes, por el cual a medida que pasaban las semanas se me iba cayendo el pelo. Primero comencé cortándolo un poco (lo tenía más o menos por los hombros) entonces así no sentía un cambio tan brusco, hasta que un día mientras me estaba bañando, se me caen mechones grandes de pelo, me quedaban en las manos. Al mirarme al espejo parecía otra persona. Entonces allí fue que no me quedó otra opción que raparme, fue una mezcla de sensaciones las que sentí en ese momento, por un lado me veía fea, me había desvalorizado totalmente, pero por otro lado, me miraba y esa que estaba del otro lado del espejo respirando era yo y ¡estaba viva!. Otra cosa dura era cuando salía a la calle, saludaba y pocas personas me reconocían, me miraban varias veces hasta darse cuenta de quién era. Todo fue un proceso de superación muy grande.
Al año siguiente, 2015, tuve que operarme en un hospital de la ciudad de Córdoba, estaba acompañada por mi hermana, mis hijas y mi pareja, el cual un día antes de la operación me dijo que estaba saliendo con una compañera de la facultad, si bien yo ya sabía, necesitaba que me lo dijera en la cara. La verdad es que sentí un gran dolor y mucha bronca, pero tenía que decidir si dejarme morir a su lado, intentando que las cosas sigan igual o salir adelante y tomé la decisión de seguir.
La operación fue un éxito, me recuperé y regresé a Justo Daract a seguir el tratamiento, pero después en el 2016 aparece nuevamente un tumor en el hígado. Así que el oncólogo me dio el tratamiento de quimioterapia, más fuerte que la anterior e incluso era una nueva droga, paso mucho tiempo y nunca las mandaban para poder hacer el tratamiento.
Llega el 2017 y tenía muchas ganas de hacer algo con todo esto que me estaba pasando, mucha gente me buscaba para pedirme información o contarles sobre mi experiencia con el cáncer. Realmente estos de ayudar es algo que llena el alma, así es que formé un grupo de ayuda a pacientes y familiares oncológicos, con la ayuda de mis hijos y mi primer oncólogo. Todo esto primero fue vía Facebook, el grupo se llama
“Leones de la vida”, luego a medida que se iba sumando gente, comenzamos a reunirnos semanalmente con algunos miembros del grupo, para ayudar a otros. Hicimos censos casa por casa para conseguir que hicieran una sala de quimioterapia en mi ciudad, pero este objetivo no pudo cumplirse, por tanta burocracia, tantas trabas y las cosas no salieron como nosotros quisimos. Aún así, esto no impidió que siguiéramos haciendo cosas y ayudando e informando a personas y pacientes oncológicos.
Como son las cosas de la vida, mi médico oncólogo fallece, debido a un accidente de tránsito, sentí una inmensa tristeza, sin saber a quién recurrir, ya que fueron 7 años de mucha confianza y cariño, luego de participar juntos en el grupo y dar charlas, ya era como parte de la familia.
Luego de esto me sentía tan desprotegida, no sabía que rumbo tomar. Mis hijos me aconsejaron hacer interconsulta en Córdoba y fui a un oncólogo, me hizo estudios y así fue que iba todos los meses a verlo, hacía la consulta y me daba la medicación de la fundación del hospital en el acto. Esta medicación era quimioterapia por boca, algo que para mí era re bueno y eso siguió hasta el 2018, ya que los estudios dan que el hígado había crecido mucho, tanto que hasta llegó a presionar las costillas y encuentran que hay uno nuevo en la vértebra lumbar. Así que el médico decide hacerme quimioterapia, al otro día fui al hospital a hacérmela y me dijeron que las próximas me derivaban a San Luis.
Esa primer quimioterapia realmente después de unos días me destruyó y sentía que mi cuerpo no se recuperaba, estaba muy débil físicamente. En mi cama pensaba que tenía que hacer algo para mejorar la calidad de vida, pedí mucho a Dios que me diera una señal y decidí comenzar con un tratamiento homeopático que era bueno. A los meses surgió un tratamiento con extractos de hierbas medicinales y con dieta alcalina donde no podía comer muchas cosas, debía suplementar comidas y yo allí me equivoqué y comía menos, por eso bajé muchísimo de peso, estaba muy desmejorada casi sin fuerzas. El médico que me vio dijo que el tumor se desplazó a las vértebras, al lado del hígado, pinzando el nervio ciático y eso hizo que no pueda moverme y no podía caminar de tanto dolor.
Posteriormente, mis hermanos decidieron venir a buscarme y llevarme a Tres Arroyos. Allí, comencé nuevamente con todos los estudios que me hicieron en el hospital y actualmente estoy recuperándome, gracias a Dios y a todos los que me quieren y me hacen llegar su buena energía.
Hoy puedo darme cuenta y decir que las emociones y los pensamientos que uno tiene y crea, son tan importantes, que controlan desde nuestro estado anímico hasta el inmunológico.
Sé que la Fe mueve montañas y que si nos aferrarnos a esta vida, nos amamos y nos valoramos todo mejora, nuestros pensamientos y nuestra actitud debe cambiar. Tenemos que agradecer, agradecer cada día porque nos despertamos y al ir a dormir, agradecer por lo que tenemos y por cada mínima cosa.
Cada experiencia de mi vida, me enseñó a dejar la mochila que cargaba, esa que estaba llena de cosas del pasado y pensar en el HOY, en el Aquí y Ahora. Es importante hacer cosas que nos haga bien, que nos den alegría, que nos llenen el alma, el espíritu. Eso nos ayuda a enfrentar cada cambio que nos da la vida, también es fundamental comer sano.
La vida es hermosa y siempre hay algo y alguien por quien seguir adelante. Todo se puede, todos somos únicos e irrepetibles. La paz interior y la espiritualidad es lo mejor que puede tener una persona. Así que vivamos cada día como si fuera el último y vamos que ¡SÍ SE PUEDE!