Feliz
Estoy convencida, sin lugar a dudas, que no hay nada tan gratificante para el alma y el espíritu como el ir concretando sueños en la vida, no importa que estos sean grandes o pequeños, solo sueños.
Para mí, este era un gran sueño…entre todos los que tenía. Poder viajar a conocer Roma, Florencia, Venecia y la tan lejana Atenas. Corría el año 2.013 y con 56 años cumplidos, una edad en la que, personalmente, afrontaba la vida de manera más tranquila y sosegada. De profesión arquitecta, había estudiado tanto, visto tantas “diapositivas”, que estaba casi segura hasta por donde habría de caminar y recorrer estos lugares. Hablaré en plural, “teníamos” ya todo listo: pasajes comprados, hoteles reservados, pasaportes al día…todo aquello lo que un largo viaje implica. A decir de verdad, esta experiencia fue vivida, disfrutada y sufrida por los dos: mi esposo Gustavo y yo.
Vivíamos en una pequeña provincia del norte Argentino, muy alejada de grandes centros urbanos; de paisajes de montañas, demasiado calor durante muchos meses y de lluvias ni hablar…muy pocas en épocas de verano. Hoy, desde hace casi un año, residimos en un hermoso pueblo serrano, de clima fresco y agradable, más cerca de nuestros afectos y disfrutando de la vida a diario. Otro sueño cumplido.
Unos veinte días antes del largo viaje, en un control personal de mamas, detecto una pequeña pelotita?…¿qué hacer? Sin dudar saque turno para consulta, con la Dra. E.G, mi médica ginecóloga de confianza y conocidas desde niñas. Tendrás que consultar a cirujano, me dijo, hay que operar y proceder a estudios posteriores. Tengo los recuerdos muy presentes, tarde fresca de otoño, hermoso día de sol…
No necesitaba grandes explicaciones y tampoco le pregunte demasiado. En ese momento, solo se me ocurrió comentarle que teníamos, con Gustavo, un hermoso viaje previsto en unos días y que vería al cirujano a nuestro regreso. Es un sueño que tenemos hace tiempo, y con tantas cosas hermosas para visitar, disfrutar y conocer…capaz cuando volvemos, ya no la tengo. Nos miramos las dos un momento, sin decir palabra; por mi parte ya era una decisión tomada. Nobleza obliga, debo confesar que, no me había realizado el año anterior el control ginecológico anual. Las cosas en la vida pasan así…de un segundo a otro.
Sola, de regreso a casa, pensaba como encarar este asunto; todo un tema. Llegué a la conclusión que, como todo, primero lo importante y después lo urgente. Con 56 años cumplidos y una vida realizada, algo habría aprendido y por supuesto tendría más de algunos recursos para afrontar la situación. Resolví que el tema en cuestión quedaría entre mi esposo Gustavo, nuestro hijo Federico y yo. Amigos, familiares, conocidos…no dijimos nada, solo hablábamos del viaje y de lo contentos que estábamos. Una vez decidido, lo importante era nuestro viaje, los preparativos y a disfrutarlo; tal como estaba pensado. Fue un viaje mágico, hermoso, la pasamos de maravillas, fueron 22 días soñados, resultando una experiencia espectacular.
Al regreso…la realidad. Visita al cirujano, un ser humano muy especial, el Dr. S.F, dedicado y de alta profesionalidad. Apenas llegué a la consulta, le dije que iba a ver si me convencía de operarme con él o buscaba algún otro. Me miro, muy serio, y me contesto: Arquitecta, en lo mío soy el mejor!!! Me convenciste!!! Le dije, sonriendo.
Era un día martes. La opero el viernes? No, prefiero el lunes, los viernes todos llegamos muy cansados. Me gustaría verte descansado, relajado y en la clínica todo limpito. Solo quiero saber que vas a hacer y de que se trata la operación. Solo lo esencial, no quiero detalles, tampoco te preguntare ni se me ocurrirá indagar sobre el particular leyendo o buscando datos en la web! Cuando quiera saber algo te pregunto sino…mutis por el foro. Quedaré en tus manos con toda la confianza puesta en tu saber y entender de profesional médico, dedicado a esta especialidad.
Reconozco y estoy muy agradecida por la excelente atención y buena onda durante estos cinco años de controles periódicos, con dos operaciones realizadas en la misma mama. Siempre de buen humor y sonriente. Su teléfono celular disponible para dudas o consultas, en cualquier momento. Considero que estas actitudes, también forman parte del tratamiento al que me tengo que someter, sin lugar a dudas. La tranquilidad que esto me brinda no es poca, sumado por supuesto a todo lo indicado por los médicos. La certeza de estar en “buenas manos” me permite transitar el día a día, cosa nada fácil por supuesto y sin entrar en detalles.
Luego de la primera operación…algo parecido a un terremoto, por compararlo con alguna cosa parecida. Estudios posteriores, visita a otro médico, el oncólogo, diagnóstico certero: cáncer de mama. Quiero destacar que hasta en los papeles son personas consideradas y delicadas, me llamo la atención lo escrito: donde se requiere “diagnóstico”, escriben “Ca de mama”. Suena diferente, verdad? Parece una tontería pero…me gusto el detalle. En mi primera visita a este médico especialista, Dr. D.K., también le indique que, por favor, solo me respondiera lo que yo preguntara y quisiera saber, que sería muy poco. También, que me entregaba en cuerpo y alma a su sabiduría y consideración, ya que confiaba en él y sería muy obediente con sus indicaciones
Ahora que resolví escribir sobre esta experiencia, recuerdo haber pensado luego de tener el diagnóstico, que iba para largo y que mi tratamiento, a nivel personal, lo encararía desde la arquitectura…solo arte, belleza, estética, buen gusto y placer, en lo que de mi dependa. El resto se lo dejaría a los médicos y especialistas que contribuirían con lo suyo. Tampoco grabo en mi memoria el nombre de estudios y tratamientos, no me interesa, mi especialidad profesional pasa por otras áreas.
Un tema no menor resulto instalar, en familiares y amigos, mi actitud frente al cáncer de mama diagnosticado. Las personas, en general, no saben cómo tratarte ni que decir…solo preguntan detalles sobre nombre, tamaño, color, estudios , etc., etc. Al principio me costaba un poco responder: “no sé, como no entiendo: no pregunto, es cosa del médico, me dan las indicaciones y voy a pedir turnos, cuando tengo los resultados…jamás los abro para leerlos, yo me ocupo solamente en vivir y ser feliz”.
Tratamiento de largos meses con una cantidad enorme de frascos que pasaban por un suero, lentamente, una vez por semana. Recuerdo, al salir la primera vez, que pensé: pobre mi hígado, tendrá que filtrar semejante cantidad de medicamentos! No tengo formación científica, solo estudie y me recibí de Arquitecta, pero ante la situación, resolví que ayudaría en todo lo que yo pudiera. Fueron largos meses de comer todo muy liviano, hervido, sin condimentos…como si fuera un bebe de meses. A decir de verdad, la pase muy bien, nada de malestares, dolores y pude continuar con mis actividades diarias sin ningún inconveniente. El primer turno estaba asignado para las 8 de la mañana! No, de ninguna manera, le dije a la secretaria…no me gusta levantarme muy temprano y menos para esto. Así que lo pedí a la tarde. En general, me resulta placentera cualquier actividad prevista para después del medio día, según mis preferencias.
Otro tema, para nada menor, se presentó con la caída del cabello…Las temperaturas elevadas del verano me resultaron, desde niña, por demás agobiantes. Transpiro solamente la cara y la cabeza! Desde que nos conocimos, aquel lejano 1.984, hacía notar a mi esposo Gustavo, totalmente pelado desde joven, que suerte la suya, al no tener pelo. Ahí estaba mi oportunidad en esta vida! Máquina en mano, por favor, dejame la cabeza como la tuya. Asunto resuelto, ahora disfrutaba de mi propia “pelada”. Eso sí, solo en casa. Para salir, había comprado pañuelos, de muy bonitos diseños, y ahí si…consulté en la web, diversas formas para envolverlos. El asunto de salir con “pelada” o pañuelos se me presentó al observar las distintas actitudes de las personas que, con el pañuelo reaccionan de manera diferente, ante la “pelada”. De peluca ni hablar, no la soportaría por el calor!. No la tenía como opción.
El asistir a los lugares de consulta y tratamiento para temas oncológicos no es nada fácil, las personas están angustiadas, con defensas bajas y por lo general necesitan hablar de su propia historia. Las conversaciones me generaban una angustia adicional que no podía manejar. Qué hacer? Como afrontar estas situaciones? Tendré que hacer algo bello, que me produzca placer y pueda disfrutarlo…
Me encanta la lectura (en papel) y soy una ferviente admiradora de George Simenon con sus policiales del Comisario Maigret. Tengo casi todos sus libros en mi biblioteca. Así fue que, desde el comienzo, elegía un libro diferente cada vez y partía a disfrutar de las horas de la tarde. El resto solo era un trámite, difícil e impostergable, que debía realizar. Enfermeras, administrativas, técnicos y médicos me preguntaban…y ahora qué libro se trajo? Simenon llegó a resultar un autor conocido en esos lugares. Aun hoy sigo asistiendo con algún libro de Simenon a consultas médicas, estudios y tratamientos de cualquier tipo.
Entre control y control siempre le consultaba al Dr. D.K.: ¿qué puedo hacer para contribuir con el tratamiento? Su respuesta fueron siempre las mismas palabras desde hace años: VIVIR Y SER FELIZ…
Tan simple como eso! Muchas veces pienso, que tonto es el ser humano, a la espera de un golpe muy fuerte en la existencia, para girar solo un poco, el ángulo de enfoque de las vivencias personales. Aprender a disfrutar cada día como si fuera el último.
A los dos años de tratamiento, en uno de los controles de imágenes, estaba presente una mancha “sospechosa” en hígado… Y ahora? Como seguimos? Fue lo único que pregunté. Hay que operar y sacarlo, me contestó el Dr. D.K.
Traslado a otra provincia, ya que donde residía, no existían los medios para tratarlo con la tecnología propuesta. Cirugía sin bisturí, sin abrir! El avance de la ciencia resulta impresionante y contribuye a lograr, en el enfermo y su grupo familiar, una mejor calidad de vida. El lugar donde tenían el aparato para realizar esta intervención, estaba dirigido por una pareja de médicos, la Dra. F.D y su esposo G. conocidos del Dr. D.K. Según mi experiencia, la atención y predisposición de todo el personal involucrado: médicos, administrativos, técnicos y hasta el personal de limpieza del Centro Médico, conformaron un clima de contención y buen trato por demás agradable y tranquilizador. Nosotros, los pacientes, asistimos a esos lugares con las defensas muy bajas, temerosos y expectantes y por demás perceptivos. El buen trato y consideración forman parte del tratamiento, aunque no lo crean…es así.
Luego de los preparativos, tenía que asistir durante 5 días, creo que una hora cada vez, no recuerdo, entraba y salía caminando…En mí fantasía tenía la impresión de entrar a la NASA, por nombrar algo muy tecnológico y de avanzada; llegue a bautizar al aparato con el nombre de PUPI, era grande y solo emitía un pequeño sonido. Mi salud y bienestar dependían de Pupi, así que a tratarlo bien y que funcionara correctamente. No podía moverme, debía respirar muy despacio y relajarme totalmente. Mi primera pregunta interior? Como lo hago? Una hora no es poco tiempo…el pensamiento me remitía, nuevamente, a belleza y placer.
Me encantan las cataratas y el micro clima que generan. Así que pensé: ya sé! Me voy a suspender, de espaldas a una enorme catarata para que las gotitas de agua me mojen despacio y poder observar un hermoso arco iris. Aunque no lo crean…dio resultado. Pude estar todo el tiempo relajada y disfrutando del hermoso paisaje mientras Pupi hacía su trabajo. Cuando me dijeron listo, el primer día, está terminado, recuerdo haberle preguntado a la Dra. F.D. ¿No se inundó el salón? Dónde fue toda el agua? Y eso que no era poca…la catarata era enorme! Terminada la intervención, debía esperar algunos meses y hacer un nuevo control y ver qué resultados se habían obtenido. Mientras tanto…VIVIR Y SER FELIZ.
Pasaron como 3 o 4 meses…ya no recuerdo, y otra vez estudio de control. Fue, muy impresionante, nada invasivo ni doloroso, por supuesto. Otra vez la tecnología y la ciencia al servicio de la medicina. Un aparato muy novedoso y estilizado, que estudia a nivel celular la presencia de células cancerosas en todo el cuerpo! Parece mágico pero existe y es así. Demoraban unos días la entrega de los resultados. Tampoco abro los sobres con resultados de estudios para leerlos…para qué? No entiendo nada y es asunto del médico. No digo que resulte fácil hacerlo, es todo un ejercicio, pero me ayuda a controlar mi angustia y ansiedad en todos los casos. Cada cual con su tarea. Cuando lleve los resultados al Dr. D.K, su primera expresión fue: “subiste al Everest!”. Solo atine a recuperar la respiración y decirle que no sabía que también escalaba montañas. Nada se observaba, ninguna célula “sospechosa”. No lo podía creer, el tratamiento había resultado excelente. Estaba muy feliz.
Al mudarnos a vivir en un pueblo serrano, tuve que cambiar de oncólogo para continuar con los controles, ahora y por recomendación del Dr. D.K. visito a la Dra. A.B. de un hospital en la ciudad Capital de la provincia. Los controles continúan y mi actitud frente a la enfermedad sigue siendo la misma…VIVIR y SER FELIZ; es el secreto de mi tratamiento y solo por indicación médica, por supuesto, del Dr. D.K., persona por demás importante e influyente en mi actitud, todos estos años. Aun hoy sigo en contacto con él, para mi tranquilidad y bienestar.
Me animo a dar fe que, la especialidad de Oncología resulta hoy, por demás, esperanzadora en tratamientos y calidad de vida para pacientes y familiares. Ni que hablar de personal de la salud dedicados a la especialidad. Cada uno de ellos, que no son pocos, tienen de mi parte una alta estima, respeto, admiración y agradecimiento. Contribuyen a transitar cada día el camino de una enfermedad nada fácil de afrontar.
Desde aquel año 2013, fecha de diagnóstico, no pocas veces me pregunté el ¿por qué de la enfermedad, que la desencadena? Hoy tengo casi la certeza que, fue tanto el dolor de la pérdida de nuestro hijo menor, de solo15 años, fallecido en aquel noviembre de 2005, que lo concentré en la mama derecha, en forma de tumor, lugar por demás vinculado a los hijos, verdad? En mi fantasía, llegue a pensar que, con la intervención de un excelente cirujano, en este caso el Dr. S.F., capaz lograría extirparlo para atenuar un poco el dolor. Por supuesto, nada más lejos de la realidad se podrá decir, pero…era solo un sueño.
La presencia de mi esposo Gustavo, amante, silenciosa y prudente, respecto de mi enfermedad y mis decisiones para con ella, me resulta imprescindible en el día a día para el manejo de angustias y miedos, que no son pocos.
Acá estamos los dos, juntos desde hace 35 años y muy ocupados en VIVIR y SER FELICES.