Mi bichito
Querida comisión, mi nombre es Mónica Adriana Saldías, nací en Argentina el día 8 de Marzo de 1957, a los 29 años me fui con mis padres a vivir a Caracas, Venezuela. En ésta ocasión voy a presentar la experiencia que me ha tocado vivir en cuanto al Cáncer de mama, al cual yo denomino “Mi Bichito”, historia de vida que dividiré en 3 etapas: Inicio de mi enfermedad, de regreso a Argentina e Inicio del Tratamiento, para luego cerrar con una breve conclusión.
1º Etapa: Inicio de mi enfermedad.
Después de mucho tiempo, más de 20 años, vine a pasear a mi querida y extrañada Argentina, en aquel momento me reencontré con mi familia y mis viejos amigos, incluyendo a los de la promo 1975 del Liceo, festejamos mi cumpleaños. En fin, fueron tantas emociones juntas que mi corazón quería explotar de alegría.
Luego de éste agradable paseo, y ya de regreso a Venezuela, me realizan una ecografía mamaria y me derivan a la ginecóloga. Percibía que algo estaba pasando. Paralelamente a esta situación a mi madre le da un infarto, quedando hospitalizada, y yo a su cuidado.
Pasados 3 meses me realizan una mamografía y me dicen que tenían que hacer una biopsia. A los 2 días me diagnosticaron: Cáncer de mama. Cuando salí del consultorio, lloré, lloré, lloré, me preguntaba: ¿por qué a mi?, y como en ése momento me dijo la médica: ésa es una pregunta sin respuesta. Hasta el taxista que me llevó en aquel momento, que no sé de dónde salió, fue tan amable que me esperó, trató de consolarme, me dio ánimo y desde ése momento pasaba siempre por la puerta del edificio en el cual yo vivía y me saludaba, continuaba dándome ánimo hasta que comenzó a verme con actitud positiva. A partir de ése día desapareció, por tal motivo pensé si él habría sido un Ángel enviado por Dios o mi papi, que está en el Paraíso del Cielo guiándome.
Durante la consulta con el médico cirujano mastólogo, quien fue muy amable conmigo, se me anuncia que había que intervenir quirúrgicamente. Se iniciaron todos los trámites y se llevó a cabo la operación, en la cual sólo se quita el tumor sin extirpar la mama. Seguidamente me remitió con el médico oncólogo, quien me informó que tendría que atravesar 6 sesiones de quimio de “la roja”. Además me explica que se me va a caer el cabello y todas las complicaciones que podrían darse. En mi caso y gracias a Dios sólo se me cayó el cabello.
El día que comienzo con la 1º quimio, justo también comienza otra chica, con quien charlamos, hacíamos chistes, cantábamos y veíamos la tele. Teníamos que almorzar allí, así que nos propusimos compartir cada vez que nos tocara ir, como si fuese un picnic. Ella era repostera y a mi me gusta hacer comida. Así que ella hacía las tortas y yo pascualinas, pizzas, empanadas o ravioles (comidas típicas argentinas). El médico oncólogo era muy serio, pero cuando vio que nos divertíamos tanto, él y su personal vinieron a la sala a ver qué pasaba, y terminaron compartiendo con nosotras todo lo que llevábamos. A partir de ése momento el doctor cambió su actitud, y aseveró que nunca había visto personas tan positivas. Lo cual me hizo sentir orgullosa, ya que con nuestra actitud pudimos cambiar la de él y la de muchos pacientes. De esta manera pudimos pasar cada 21 días un encuentro de personas compartiendo el mismo problema pero con risas y alegría, dándonos ánimo los unos a los otros.
Después de ésta experiencia me mandaron a radioterapia. Mi seguro se había terminado con las quimio, por lo que tuve que solicitar ayuda al gobierno venezolano. Era demasiado costoso. Logré conseguir la ayuda pero cuando fui a realizar el tratamiento, el equipo no funcionaba. Justo en ése momento, comenzó el problema político de Venezuela y ya los seguros no estaban cubriendo como lo hacían antes, y tampoco había medicinas.
En el mismo momento pido cita con el médico que me había operado para llevarle una mamografía y ecos. El diagnóstico: volvió a aparecer mi bolita o bichito, como yo le decía. Ya eran 3 biopsias que, lamentablemente, no podía pagar. Es por esto que tuve que dejar pasar el tiempo, como 2 años. Mi bolita o bichito cada vez más grande y hacia afuera. Pero siempre tuve un ángel en el momento preciso. Mi amiga de toda la vida -y comadre- me avisa que viene a visitarme, justo para mi cumple. El regalo fue un pasaje para Argentina en la fecha que yo quisiera. Esto sucedió en marzo de 2017. En julio le pedí que me sacara el pasaje para los primeros días de septiembre y que por favor me busque un hospital para que puedan verme.
Para éste momento, tenía una úlcera hacia afuera y lo que más me preocupaba era el sangrado que tenía. Era como una canilla abierta, no tenía horario, podía ser en casa como en el trabajo. Tanto mi madre como mis compañeros se asustaban mucho, así que tuve que tomar la decisión más difícil de mi vida: dejar a mi madre, mi perrito y mi gato en Venezuela para partir hacia la Argentina. A una semana del viaje mi amiga y compañera de trabajo me llevó a su médico de confianza, quién me hizo un eco y pudo observar que la cosa no andaba nada bien. Me recetó antibiótico y vitamina K para poder viajar. El vuelo iba a ser largo dado que en Venezuela ya no había viajes directos y debimos hacer escala en Panamá
Una vez comenzado el viaje y asustada por el sangrado, tuve problemas con el pasaje, en migración tuve problemas y tuve que demostrar que era verdad que tenía un tumor. Había un control exhaustivo porque el día anterior una mujer había pasado droga en el seno. Tuve que pasar toda una odisea, pero al fin y al cabo pude cumplir mi propósito: llegar el 5 de Septiembre de 2017 a mi tierra, Argentina, con nada en los bolsillos pero con muchas ganas de ganar la pelea.
2º Etapa: de regreso a Argentina.
El 9 de septiembre de 2017 en el hospital me esperaba una doctora. Justo cruzando la calle, antes de llegar, mi mama comenzó a sangrar. Al llegar, en la guardia me limpian y rápidamente me ve la doctora. Realizo la admisión y todas las órdenes para hacer los exámenes. Gracias a Dios y a mis ángeles protectores conseguí todos los turnos rápido. Lo primero fueron los estudios de laboratorio: Excelente el personal, no sentí nunca los pinchazos. Comencé a conocer a las chicas que trabajaban allí.
En la primera consulta con el médico oncólogo que me vio, debo decir que me deprimió tanto que salí llorando ya que me dijo: “esto no se cura: sólo una pastillita para una mejor calidad de vida”. Lloré mucho, no quería sufrir, ni que nadie sufriera. Pero luego, me dije a mi misma, al igual que la primera vez, “Fuerza, ya fue, tú sí puedes ganar ésta batalla”. Para ése momento faltaba el resultado de la biopsia, que estaría para el día de la segunda consulta.
Y ése día una vez más, di gracias a Dios porque nuevamente fui bendecida con un excelente ser humano, el Dr. F.W., “MI HIJO DE LA VIDA, MI ÁNGEL”, quién me tuvo que decir lo mismo que el anterior, pero de otra forma. Me dijo que no iba a ser con una “pastillita” sino que debía ser con quimio. El diagnóstico fue que tenía un tumor de más de 10 cm en la mama derecha ulcerado y con fetidez. Además la observación y explicación que realizó el Dr. F.W. de mi operación anterior fue que habían hecho una cuadrantectomía, pero la quimioterapia fue incompleta, algo que en Argentina hacía 20 años que ya no se realizaba.
3º Etapa: Inicio del tratamiento.
Debido a que el tumor expresa una proteína (Her2+) y requería drogas específicas, una de las cuales yo le puse el nombre de Tiramisú, para aumentar las probabilidades de que no recurriera. Como la mente no quiere acordarse de la enfermedad le di la orden de cambiar los nombres a las drogas, y así conseguí las sonrisas tanto de los médicos como de las personas con las que preguntaban: ¿y a vos qué te ponen? Yo les respondía: Tiramisú y Petra, lo que derivaba en puras risas.
Además el Dr. F.W. vio enfermedad pulmonar. Ni bien le dije dicho diagnóstico otra de mis amigas me propone ir a la Iglesia Católica del padre Abraham que da sanación, y dicen que la Fe mueve montañas, y al mismo tiempo comienzo con el tratamiento con D., el T y P (a la P le puse Petra) se ven en la valoración. Pasados 3 meses se observa que las lesiones pulmonares desaparecieron completamente. Fue un complemento: medicación, actitud positiva y Fe, ¡todo lo pueden!
La mama había dejado de sangrar, la lesión se había achicado; seguía teniendo fetidez, y en un momento se complicó con miasis (los bichitos, gusanitos), en ése momento fui a la guardia y me aplicaron éter. Insistieron con una gasa con éter hasta la noche y no salió nada. Para todo esto en el hospital, continué con mi actitud positiva con el personal administrativo (quienes dan los turnos para quimio), con los de la farmacia (donde entregan los medicamentos oncológicos) y con mi amado enfermero, el Lic. J., que hacía magia ya que mis venas son duras pero él o las chicas de la mañana siempre las encontraban para pinchar.
Durante esos momentos siempre encontraba a alguien con quien charlar, con quién divertirme y con quién comer. Compartía la comida que llevaba como arepas rellenas, y aunque muchos no se acercaban a charlar, siempre los hacía reír o nos intercambiábamos el número de celular para poder chatear por las noches y poder darles consejitos. Fue una etapa en la que hice muchas amigas y amigos, con los cuales nos dábamos fuerzas y nos visitábamos cuando alguien estaba hospitalizado. En la actualidad lo continuamos haciendo. Eso nos reconforta, darnos fuerza, actitud positiva y acompañarnos.
Cuando llegaba al hospital a las 7:30 de la mañana hacía mis trámites de citas en el mesón, en ése momento aprovechaba a saludar a todos, inclusive con el personal de imágenes radiológicas, quienes siempre muy atentos me preguntaban por pacientes conocidos. Siempre había un tema para charlar y para reír. Todos me conocen allí por Moni, la “mamá” de mi hermoso Dr. F.W. A veces me iba del hospital a las 4 de la tarde, me quedaba acompañando a algún paciente y haciéndolo reír. Siempre, el consejo de que tomen cita con el psicólogo. Muchos piensan que eso es para locos, pero yo les digo que no, ahí, en ése lugar descargamos todo lo que no podemos decirle a nuestra familia. Nosotros somos los que transitamos la enfermedad, pero ellos sufren también por impotencia. Por eso yo tengo mi psicólogo y mi psiquiatra que son una maravilla de seres humanos, son más que eso, son amigos también con los cuales comparto ¡mates y arepas!.
El equipo de patología mamaria es espléndido, tanto las doctoras como el jefe del Dr. F.. En mi experiencia, entré con mucho miedo el día del “punch”, no sabía qué era. Pensaba que era como una pistola que disparaba una aguja y extraía una muestra de mi “bichito”, pero rápidamente las doctoras me advirtieron que no iba a sentir nada, y realmente así fue, sólo les pedí que me hablaran para no pensar en lo que ellos estaban haciendo. Este mismo gran equipo fue el que me operó, siempre con gestos y palabras cálidas. Es por esto que siempre digo que es el hospital que amo, por la calidez de los seres humanos, todos tan amorosos desde el señor que limpia hasta el Director. “AMO AL HOSPITAL Y A TODO EL EQUIPO”. Pido que no cambien, porque nosotros, los que transitamos esta enfermedad venimos mal, pero con un abrazo, una palmadita en la espalda o un beso nos hace muy feliz, nos levantan el ánimo, nos dan fuerza y mucha actitud positiva.
Luego del tratamiento de quimio, se mantuvo, tras 6 ciclos con D. y 3 con Tiramisú y Petra. En ése momento, sintiendo la mama un poco molesta el Dr. F.W., “Ángel, mi hijo de la vida” decide y me anima a realizar la operación. Allí se vio que queda un tumor viable en la mama derecha, aunque los ganglios vinieron negativos, hice radioterapia aún después de la operación.
Actualmente sigo con Tiramisú, Petra y la pastilla A., me controlo cada 3 meses, gracias a estos especialistas y a Dios sin evidencia de enfermedad. Además de que espero el mes de Marzo para mis exámenes de control para ver si puedo viajar en abril, para ver a mi madre por 15 días a Venezuela (siempre y cuando junte lo que me falta de dinero para el pasaje).
Lo más importante de todo: “ESTOY SANA”. Y lo que más me llena el alma es poder llevar mi mensaje a personas que pasan por la misma situación que tuve que afrontar yo. Hace 2 meses vi salir a una señora muy descompensada de la quimio. La noche anterior había traído agua de la gruta de la Virgen de Lourdes y le ofrecí. Ayer la volví a cruzar y me dice: “siempre estaré agradecida con vos, ¿¡mira cómo estoy!?, me hice los estudios y todos los tumores están chiquitos.” El médico la felicitó. La vi activa, sonriente y feliz, y por supuesto yo más, porque había podido darle felicidad y alegría a una amiga más.
Conclusión
A modo de conclusión puedo decir que la enfermedad me ha permitido valorar positivamente el trabajo realizado por el equipo médico. En su trabajo conjunto me ayudaron a aprender a manejar esta enfermedad tan agresiva como es el cáncer de mama. Hoy llevo una vida normal, asisto a los controles religiosamente. Y doy fe de que un buen equipo médico y una actitud positiva son la base de la superación de dicha enfermedad. Y lo que más deseo es que mi historia sirva para los pacientes que se ven en la adversidad de afrontarla y hacer como yo, transformar mis drogas en Tiramisú y Petra, darles humor y generar risas para sí y para los profesionales que nos acompañan. Por último quiero agradecer por la posibilidad de éste concurso, por escuchar nuestras historias. Son como pequeñas espinitas que la vida nos puso por delante para que cada uno pueda ver lo que puede lograr.