Leonora Carrington, El laberinto, 1975

 

De marcas, de nosotros y de otros

Sin dudas enterarse de un diagnóstico oncológico genera un impacto emocional que requiere de un procesamiento psíquico y emocional para poder ser aceptado y elaborado. Saberse paciente oncológico puede ser una marca que, en una primera instancia genera dolor, pero que como toda cicatriz con el tiempo puede ser un símbolo de una etapa de lucha, transformación y sanación.

Mi nombre es Natacha D’Iorio, soy licenciada en Psicología recibida con Honores en la Universidad de Buenos Aires y diplomada en Psicooncología y Humanización de la Salud en la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales UCES. Actualmente finalizando el último año de la Especialización Universitaria en Psicooncología en la misma universidad. Pero lo más importante es que soy paciente oncológica en etapa de controles, por lo que he tenido la oportunidad de conocer desde adentro el dolor que se atraviesa con una enfermedad como el cáncer.

Más arriba hablé de una marca, algo que irrumpe en nuestro cuerpo y que no podemos controlar, algo que deja su huella y cuyo alcance vamos asumiendo de un momento a la vez. El cáncer nos obliga a revisar todo lo que teníamos por sabido, a replantearnos nuestra cosmovisión y nuestra percepción de nosotros mismos, nuestras vulnerabilidades, capacidades, potencialidades. A su vez pone en tela de juicio todo lo que tenemos, y nos confronta con la necesidad de revalorizarlo, poniendo a prueba nuestros vínculos y afectos.

¿Por qué a mí?, es la pregunta que solemos hacernos cuando llega el diagnóstico y nos empuja a empezar una búsqueda: la de un sentido para eso que nos pasa. Es una búsqueda sin precedentes, la más difícil de todas y por eso llegamos al punto de tener que admitir que solos no podemos, que necesitamos ayuda. Los otros a los que queremos, nuestra familia, nuestros amigos, muchas veces están sumergidos en lo que nos pasa: se sienten impotentes, no saben cómo ayudarnos, y en ocasiones requieren acompañamiento para aprender a hacerlo. Llegamos a sentir que en cierto aspecto no podemos ser del todo abiertos o sinceros con la verdad de lo que nos pasa, con ese dolor y angustia, con ese sufrimiento particular y la búsqueda que hemos emprendido. Se presenta esa sensación de que los vamos a perjudicar, que no van a poder con tanta verdad, y que en cierto punto no nos podrán entender del todo. Es en esta instancia donde se vuelve necesario buscar un espacio por fuera de ese entorno, ya sea individual–con un profesional de la salud mental, por ejemplo-, o grupal –en un taller o grupo de apoyo.

Remedios Varo (1908-1963). Bordando el manto terrestre (1961)

 

Cuando se elige un espacio con otros que están pasando por lo mismo, se trabaja con los puntos de identificación, es decir, con aquello que atraviesa a cada uno y que constituye una experiencia común en todos. Más allá de los distintos diagnósticos, momentos de la enfermedad, circunstancias particulares, pronóstico, etc., de cada miembro, hay algo que los une por igual: la marca de saberse paciente oncológico. Un grupo de apoyo, un taller, una dinámica grupal con otros pacientes es un espacio seguro para hacer con esa marca, para ponerla a trabajar en palabras y en escucha, para expresar el dolor y domeñarlo en una plataforma que tienen múltiples resonancias. Se trata de escribir y reescribir la historia con otros, más allá de que se trate de una escritura oral, de que no haya papel en juego. Cuando hay marca, hay huella, y de la huella puede hacerse una letra. Cada uno aporta una letra para una palabra, que se transforma en oración, y en el eco de varias voces, se puede armar un relato diferente.

 

Porque, después de todo…

“(…) el empuje de ese ‘otro’ punto de apoyo, al que Arquímedes llamaría Fulcro, colocado en el lugar adecuado y en el momento oportuno, podría conseguir que movieran pesadas cargas.”

  1. Rubio, J.L. y Gema, P. (2015). Tutores de resiliencia. (p.35). Barcelona: Gedisa.

Lic. Natacha D´Iorio

M.N. 58801 –M.P. 84849

U.B.A., Diploma de Honor. Diplomada en Psicooncología y Humanización de la Salud.

Atención particular de pacientes oncológicos adultos, talleres y grupos de apoyo. Coordinadora de acompañamientos externos en el área de discapacidad.

Autora del poemario “Vestigios de alas” (2018).
natachadiorio@gmail.com

IG: Natacha D’Iorio

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