Geronimo Vento
Allá en Santa Fé mi padre, con su soledad apesadumbrada por su batalla con la locura expresiva (todos la tenemos, unos reprimida y otros solo asoman solo un cabello a la superficie de la realidad) de mi madre. Yo por motivos de sueños e ilusiones me encontraba en Villa Gessel realizando un emprendimiento, la construcción de seis duplex que terminaría algún tiempo más tarde de recibir la primera noticia y mi urgente retorno a Santa Fé con mi familia.
Siempre tengo esa angustia que de haber estado con él se habría manifestado quizás indefectiblemente pero a lo sumo en un tiempo más lejano, cada vez que lo recuerdo pienso que mi ausencia ante el creciente deterioro mental de mi madre y el inexpugnable e invariable estado de ánimo de mi padre que nunca me transmitió con su voz desde la distancia el más mínimo pesar en su alma, devino como muchas veces pienso en un vector hacia la cual lleva a las personas a contraer enfermedades, a veces graves, como fue el cáncer de mi padre la cual lo llevó rápida e impiadosamente hacia su muerte.
Mi historia sobre mi enfermedad, la quiero contar, contar como un cuento pero sin final ya que esta enfermedad no me liquidó por ahora, nada es definitivo, solo fue una experiencia más en mi vida.
Había una vez, más o menos con estas palabras se puede empezar a contar algo. La vida no suele ser linda todo el tiempo, sólo lo es de a ratos.
Escribir para aclarar las cosas, escribir como inoculación. Vacunarme relatando mi experiencia, lograr cierta inmunidad ante otras experiencias peligrosas. La metáfora de un viaje, el final de un camino cortado, un callejón sin salida. Distancias insalvables, el cansancio de un viaje largo y doloroso. El rumbo equivocado tal vez hecho para nada. Ojalá encuentre una estación de servicio para cargar combustible y poder seguir.
Acá vamos: Ese día había sido pésimo, al oscurecer regresaba a la casa, me esperaba mi rayito de sol. Se necesitará la misma energía para olvidar que para recordar.
– Ella (mirándome a los ojos) Sabes una cosa, vos nunca vas a ser feliz a nadie con ese discurso… que la paz, que la política, que la salud, qué la religión, que el capitalismo, qué esto y lo otro bla bla bla….basta de frases estúpidas, yo deseo de todo corazón polvos infartantes, que trabajes la mitad y ganes el triple, mil noches de joda y sexo a full y que te saques la reputisima lotería. Ufff no estaba preparado para toda esa franqueza, mi rayito de sol me estaba cocinando. La rutina nos destruía poco a poco.
Que noche, en la cama pensaba, quizás mañana salga el sol, lo triste será que todo será distinto y ya no seremos los mismos. A veces lo cotidiano se transforma y se disuelve tan rápido que las personas y cosas con las que estuviste viviendo no logras reconocerlas.
Despierto en la ancha cama/ dudé si soñaba/ estiré mi brazo y sentí el frío y la aspereza de sus escamas/ volteó su cabeza y con indiferencia comenzó a arrastrarse/ la seguí por el pasillo/ levante mi pierna para aplastarla……
La pierna es la dulce doctora Rosana, y el Centro de Medicina Nuclear, tomografía por emisión de positrones, nos permiten tener imágenes del metabolismo de las células de su cuerpo. – ¿Ustedes (les pregunto) son los que dicen que tal vez en este siglo se podrá superar la muerte? APURENSEN. Luego Protocolo de Tratamiento: en caso de reacción como falta de aire, rash, escalofríos, etc; cerrar goteo y repetir medicación. Intuyo que en mi cerebro se están apagando las neuronas que tienen que ver con el juicio.
Se hace difícil soportar mucha realidad. Me tiran con una AK47, el daño más grande son las sensaciones internas que recorren todo el cuerpo, de la cabeza a los pies, no te hacen pelota el corazón, pero estallan en todos esos surcos del cerebro. Y si devuelvo lo que falta de mi tiempo y la verdad se la regalo de yapa.
Es curioso que los optimistas cuando les aparece la cara oscura de la vida, necesitan dioses, curanderos, charlatanes, psicólogos, pastillas, libros de autoayuda; sin embargo se molestan cuando los escépticos dicen que la vida no es una gran cosa. A veces dudo, en mi vida he derramado un montón de lágrimas, y hace mucho tiempo que sin derramar una sola no he dejado de llorar.
Recordaba en ese momento y recuerdo ahora algunas fantasías sobre las formas de morir, como un rechazo y fuga de las salas de terapias intensivas y sus ruidos de respiradores y monitores cardíacos. Un universo inmenso e incomprensible, quizás lo mío pase por los hielos continentales entre Argentina y Chile, dormir de frío y con la sangre congelada.
De fondo suena una música y alguien canta “Bésame Mucho”, esto de fantasear no tendría que sorprenderme, generalmente elaboramos la vida con mas fantasías que realidades. Hasta la forma de percibir es tan abstracta como los amigos en facebook. Hay cosas que siempre sentí, que para mi todo es falso, pero no sé como probarlo, incluso que todo mi recorrido en esta vida sea cierto.
Otro oscuro email decía “ el hecho que la vida no tenga ningún sentido, es una razón para vivir, la única en realidad, mi misión es matar el tiempo y la del tiempo es matarme a mí, que cómodo se encuentra uno entre asesinos; y agregaba que en un mundo sin melancolía, los ruiseñores se pondrían a eructar. Para completar debajo de las frases le agregaría alguna pintura de Edward Hopper.
Tal vez esa melancolía y mis recuerdos me sirvan para tomarlos como una experiencia para salir de la vida sin importar si sigue algo o la nada misma.
Quisiera agradecerle a mi rayito de sol, me acompaño todos estos largos meses, luego partió. No sé nada de ella. Por último pareciera que todo lo bueno para mí ha desaparecido para siempre, como dice el tango “con el dolor de ya no ser”. Vuelvo a la cama/ vuelvo a recordar/ vuelvo a dormir/ vuelvo a soñar…. Había una vez (che, que este tenga un final feliz).