Fragus
¡Hola que tal!
Tengo 80 años y a los 70 descubrí, como dijera un poeta chileno, que soy un escritor tardío.
Un día de julio de 2018, me estaban analizando un problemita en la piel en la guardia de un sanatorio, cuando me derivaron a mi obra social, P, porque en ese lugar no había dermatólogo. Comencé a viajar, no en tren ni en colectivo sino en “derivaciones” interminables debido a la burocracia anquilosante de la sociedad argentina. Pasé por los ojos de hombres y mujeres de blanco, en una cantidad apabullante.
Parecía un extraterrestre, ya que se acercaban a verme y sacar fotos con sus celulares, todos esos hombres y mujeres de blanco.
Estudios, análisis, etc. Hasta que finalmente cayó la guillotina.
Señor – me dijeron – a usted lo vino a visitar un individuo tenebroso y maligno, cuyo único fin es…el fin. ¿Su nombre?: – M. F. A.- A por parte de padre y F por parte de madre. M. es el nombre de pila.
Yo vivía feliz con mi nueva vocación, la de escritor tardío, y al escuchar ese nombre, una sombra espesa cubrió el cielo y me sumí en un desasosiego que parecía no tener fin. Seguí deambulando por otros señores de blanco hasta que, tajantemente me sentenciaron – Hay que operar urgente -. Al señor M lo tenía alojado en el rostro, por lo que luego de su extirpación debían hacerme una plástica en el mismo. Se fijó la fecha de la ejecución para fines de noviembre. Transcurría el mes de septiembre.
Pero un día apareció una visión blanca , delicada, que me dijo: tienes que mirar por encima de esas nubes que oscurecen tu futuro y además tener nuevos proyectos los cuales modificarán tu horizonte actual y nunca pero nunca deberás entregarte. Has recorrido un largo camino, pero nadie conoce su futuro, que puede ser de un día o de años. Además, un ángel se cruzará en tu camino y te ofrecerá una solución, porque tú solo no podrás luchar contra el señor M. Es muy poderoso.
La batalla que vas a comenzar será con tu voluntad junto al apoyo del ángel. No entregarse será tu nueva opción. Ese ángel te ofrecerá la ayuda del Señor K y está en tu decisión de aceptarla o no.
La visión rodeada de una luz blanca muy luminosa se retiró y las nubes que ensombrecían mi existencia, comenzaron a disiparse.
Después de pasar por muchas entrevistas con los señores de blanco en un hospital que está situado enfrente de una facultad, comencé a dedicarme a mi nuevo proyecto de vida y a esperar la visita del ángel prometido.
Transcurrieron varios meses cuando un día sonó el timbre de mi casa. Era el ángel. Entró a mi casa y me dijo que venía a ofrecerme la ayuda del Señor K, que es un tipo de anticuerpo monoclonal que se une a una proteína PD-1 bloqueándola ayudando al sistema inmunológico a destruir las células cancerosas. Me comentó que él, entraría por mis venas para hablar con los glóbulos blancos y todo mi sistema inmunológico a fin de entregarle las armas necesarias para el combate. Armas de última generación, altamente efectivas, pero que sólo a los glóbulos les enseñaría a usarlas y que su uso me provocaría pocos daños colaterales.
Le agradecí su voluntad de ayudarme y le respondí que yo sólo no podía tomar la decisión de solicitar la ayuda que me ofrecía. Se retiró y como despedida me comentó que si la necesitaba la llamase que estaba a mi disposición.
A los pocos días, uno de mis hijos me dice, si no quería consultar a un señor de blanco que atendía en un instituto y que le habían hablado muy bién de él como profesional. Es uno de los mejores, me dijo y sería bueno tener una segunda opinión.
Acepté su ofrecimiento y lo fuimos a ver.
Le comenté toda mi historia y después de ver los estudios que había llevado, me revisó como hacía mucho no me revisaba un hombre de blanco, porque en la actualidad te atienden sentados en un escritorio, te escuchan y te mandan hacer estudios y análisis. Luego con los resultados lo volvés a ver, y sentado atrás de su escritorio te dan el tratamiento. Éste último no fue así. Me revisó exhaustivamente y luego de explicarme con gráficos lo que yo tenía me dijo – de ninguna manera usted se tiene que operar – y me explicó el motivo por el cual la operación no servía – además usted no se puede operar sin que le hagan otros estudios fundamentales que le voy a indicar.
Me hice los estudios que me pidió el doctor, por mi cuenta, y cuando tuve todo listo se lo llevé. Entonces me indicó el tratamiento a seguir; pero primero me preguntó que obra social tenía – P – le dije. Escribió una nota para la oncóloga que me correspondía por mi Obra Social indicando el tratamiento, junto con su celular porque si la doctora necesitaba una aclaración, él estaría a su disposición. Esa actitud me indicó una nobleza de su parte y una ética de los grandes.
Cual no sería mi sorpresa al enterarme que la droga que tenían que aplicarme era; P (100mg) alias K.
¡ Me habían autorizado a usarla! Y la Doctora estuvo de acuerdo con el diagnóstico y el tratamiento.
Yo para ése entonces tenía sintomas que no me dejaban dormir, los ganglios inflamados, una de mis fosas nasales obturada en un noventa por ciento. No toleraba los anteojos que debo usar para leer porque enseguida aparecía un picazón horrible en mi rostro por el contacto de los lentes en mi piel, Además producto de la biopsia que me hicieron para definir el mal, la herida me sangraba y salía un líquido de la herida que no podía detenerlo, teniendo que estar permanentemente higienizando y desinfectando la herida, además del aspecto que tenía mi rostro, que me hacía sentir peor.
Por supuesto inmediatamente hablé con el ángel que me ofreció al Sr Keytruda y enseguida me aplicaron la droga. La doctora me dijo que en tres semanas debía aplicarme la segunda dosis.
Una vez que el Sr K se introdujo en mi torrente circulatorio, comenzaron a pasar los días y empezaron a desaparecer los síntomas junto al tumor que tenía en el rostro a flor de piel. Era un milagro. Después de la primera aplicación no tenía nada. Absolutamente nada. Desapareció todo. Solamente durante ése período estuve con un agotamiento total. De tal magnitud que cada quince minutos me tenía que acostar. Yo pensaba que el señor K junto a mi sistema inmunológico estaban dando un lucha sin cuartel contra el tenebroso Sr. M y era por eso que yo estaba tan agotado. Los médicos estaban asombrados de los resultados tan inmediatos y por supuesto muy contentos.
Ahora la lucha sigue porque el enemigo no da tregua. Seguiremos juntos, el señor K, mis proyectos y por supuesto no entregarme en ningún momento, hasta el exterminio.
Las frases hechas, por algo existen y en éste, mi caso, una de las tantas dice: “no hay mal que por bien no venga” me han hecho descubrir muchas cosas. Descubrí quién está a mi lado en forma incondicional y quién no. Los primeros han sido una abrumadora mayoría. Nunca me sentí solo. Siempre acompañado y sorprendido de quién no esperaba el apoyo espiritual que me dieran.
Por eso, junto a ellos y a nunca entregarme, lucharemos para poder aniquilar y sepultar al maldito.
Sin ninguna duda.
M, hoy te miro de frente, ya sin temor y te digo – gracias por haberte conocido, pues tu presencia me ha hecho valorar más, todo lo que tengo y ahora poseo una alegría y una fuerza nueva y superior -.
Te lo agradezco M, mi nuevo amigo