Vida

A mis 14 años me detectaron Linfoma Hodking, el nombre me sonó raro, mucho no entendía de lo que se trataba, hasta que me explicaron lo que era y cómo tendría que hacer el tratamiento; en ese momento pensé que no podía pasarme esto a mí, y con el tiempo fui entendiendo…  por qué NO, por qué no a mí!!!

Fue un tratamiento muy difícil, las drogas que se utilizaban en ese momento eran muy agresivas, en una edad muy compleja; estuve internada durante varios meses, fui asistida con quimioterapia y con rayos.

El linfoma era en el mediastino y en la cervical.

Al trascurrir este camino fueron surgiendo situaciones, donde me decían los médicos que se me iba a caer el pelo y que no me iba a sentir muy bien.

Fue duro todo el proceso, pero quizá con mi corta edad no tomaba conciencia de la gravedad.

Nunca deje de cantar, nunca deje de soñar, y siempre miré para adelante…

Yo cursaba 3º año de la secundaria y al comenzar mi tratamiento tuve que dejar de asistir a la escuela, mis papás (incondicionales) hicieron todo lo posible para que yo no pierda el año y a mis compañeros, así que entre quimio y quimio venía una profesora particular y estudiaba para rendir libre las materias de la escuela.

Y como estoy segura que todo lo que uno se propone con fuerza y fe, se logra, pude rendir todas las materias bien y pude pasar a 4º año.

La vida social fue rara ya que no podía salir con mis amigos, y tener una “vida normal”. Ellos estaban en otro momento de sus vidas, muy pocos entendieron la realidad que me tocó vivir.

En todo este camino algo tenía claro… primero aceptar mi realidad, y segundo transitarlo lo mejor posible para que sea menos dolorosa.

Los médicos no se explicaban mi fuerza, la energía que le ponía a todo. De algo estaba convencida: los médicos te pueden dar la mejor receta, el mejor tratamiento, pero está en uno cómo enfrentar la adversidad y salir airoso de esa situación. La actitud, la fuerza, el querer estar bien y la compañía junto con el amor de tus seres queridos es lo que te hace superar cualquier obstáculo.

El tratamiento después de un año y medio fue un éxito, me realizaban los controles correspondientes, hasta que logré llegar a mi remisión total, después de 10 años sin ninguna recaída.

Pero como la vida te da sorpresas, algunas no muy lindas, luego de los 10 años de remisión y ya a mis 24 años de edad, me empecé a sentir mal, algo no andaba bien…

Comenzaron a hacerme los estudios y nuevamente la vida me golpeó, pero esta vez me detectaron leucemia promielocítica aguda.

Ya a mis 24 años, muy consciente de mi situación, fue como un baldazo de agua helada que recibí.

Me aparecieron y me invadieron los miedos, las preguntas, el enojo, la incertidumbre, la angustia y nuevamente apareció la pregunta… por qué a mí otra vez?

Estas sensaciones me duraron poco, porque ya sabía un poco de lo que se trataba, y dije…”manos a la obra, y a trabajar en estar bien ¡!!”

Todo este camino fue muy distinto al anterior, realmente fue mucho más difícil. Mi papá ya había fallecido, y me acompañaron mi mamá y mi hermano, los que siempre estuvieron a mi lado, los que me dieron fuerza para seguir.

Algunos familiares y amigos se fueron alejando, la gente no sabe lo importante que es la compañía de tus seres queridos…

Otros estuvieron ahí, a mi lado dándome la mano, haciéndome reír, haciéndome mimos con cada visita o llamado. Ahí uno aprende que a veces no es la cantidad de personas que lo rodean, sino es la calidad. Muchos me sorprendieron gratamente dándome muchísimo amor, que de eso se trata, dar amor para que la persona que no está muy bien, lo pase mejor.

Este tratamiento fue un poquito más complicado, necesité 150 dadores de sangre y plaquetas, entre quimio y quimio mis defensas bajaban y quedaba neutropénica, así que pasaba un tiempo aislada.

Eso me dificultaba para seguir estudiando, ya que a esa altura cursaba 2º año en la carrera de Publicidad, en la Universidad y al estar aislada no podía tocar papel, ni nada que complique mi cuadro.

Así que en los ratitos que podía, y cuando mis valores de laboratorio subían, me ponía a estudiar, para terminar mi carrera.

Después de terminar el tratamiento con quimioterapia, cada 3 meses me hacían la punción de médula en el esternón, ya que algunas secuelas quedaron del linfoma, y una de ellas fue obsedida mórbida, entonces la punción me la hacían en el esternón porque no llegaban con la aguja para realizarla en otra parte. La verdad que en cada punción sentía una tortura, una invasión, miedo a que algo no salga bien nuevamente, pero al transcurrir los meses y los años, logré nuevamente superar esta enfermedad y ahora SI PUEDO DECIR QUE ESTOY EN REMISION TOTAL !!!

Al año de finalizar mi tratamiento de la Leucemia, mi mamá (mi gran compañera, mi guía, mi amiga incondicional) comenzó a sentirse mal, nosotros ya en alerta y entrenadas con todo lo que se había vivido conmigo fuimos rápidamente al médico, y nos dijo lo que no queríamos escuchar. Ella tenía LINFOMA NO HODKING.

Nuevamente nos golpeó la vida, y ahí se invirtieron los roles, ahora me tocaba a mí acompañarla, contenerla y cuidarla, yo ya no era paciente, ahora me tocaba darle y devolverle todo el amor y todo el cuidado que ella tuvo conmigo.

Fue muy difícil el tratamiento, con varias recaídas, dolores, decepciones, duró casi tres años su tratamiento (finalmente paliativo) hasta que ella no pudo superar ese obstáculo más, ya los dos últimos años su ánimo empezó a disminuir y se fue entregando a lo que sea.

Por eso siempre digo que el buen ánimo, el optimismo, las ganas de vivir de cada uno es lo que te salva, junto también a los médicos.

Lamentablemente después de tantos años de dolor ella no pudo o quiso lucharla más, ya no se podía hacer nada, pero a tiempo pudimos decidir con ella y junto a mi hermano, ese tratamiento paliativo para que no sufra tanto.

Luego de esos tres años de tratamiento falleció.

Son decisiones muy fuertes y muy personales, pero hay que respetar lo que cada paciente quiere, y escuchar y confiar en los profesionales que te están asistiendo.

Varias secuelas quedaron en el camino de la quimioterapia, de los rayos. Tanto para mi mamá como para mí.

A mis 38 años me detectaron en la F.F un problema cardíaco provocado por la irradiación que me dieron en el mediastino a mis 14 años.

El diagnóstico fue obstrucción coronaria por fibrosis en el ostium, para llegar a este diagnóstico he recorrido muchísimos cardiólogos en otras instituciones y todos atribuían mis dolores en el pecho a la obesidad.

Pero gracias a un cardiólogo de la F.F pudieron identificar mi problema cardíaco, y actualmente con a mis 42 años ya tengo 7 stend. Es una patología que anualmente me tengo que controlar para ver que todo marche bien.

Paralelo a esto hace tres años tomé la decisión de hacerme el bypass gástrico, para poder bajar de peso y tener una mejor calidad de vida.

Hoy después de tres años del bypass logré bajar 60 kilos y nuevamente con éxito pude lograr saltar otro obstáculo.

Mi vida fue bastante movida entre enfermedades y pérdidas. Pero siempre con una sonrisa, con ganas de vivir, de pasarlo bien, de disfrutar cada momento, de sentir amor y dar amor, de agradecer y de valorar las pequeñas cosas que tiene la vida, porque la vida es solo una y hay que vivirla lo mejor que se puede.

A pesar de mis obstáculos y los golpes de la vida, miro hacia atrás y veo las cosas lindas.

APRENDI, ACEPTE, MADURE, ME FORTALECI

Todo deja una enseñanza, pero hay que saber verla o leerla.

Hoy después de tantas cosas de la vida, puedo decir que logré superar los dos tratamientos de cáncer, que logré encaminarme cardiológicamente, que logré bajar de peso para poder tener una mejor calidad de vida y salud, que logré casarme con el amor de mi vida, que logré recibirme en la universidad, que estoy logrando ser madre muy prontito y como broche de oro, QUE LOGRE ESTAR VIVA Y A DISFRUTAR DE LAS PEQUEÑAS COSAS QUE TIENE LA VIDA.