Iris Ponce Vazquez
Hay historias de amor, de ciencia ficción, de terror… Ésta quiere ser una historia de esperanza. Una historia que ayude a tantas mujeres que son diagnosticadas con Cáncer de mama, y transitan ese momento con temor y angustia.
A los 43 años, en Córdoba Capital, me realizaron una Histerectomía (extirpar el útero), por miomas, y me extrajeron un pequeño nódulo de la mama derecha, que resultó ser benigno.
La indicación médica fue: Control ginecológico cada seis meses.
El modo de vida, el exceso de trabajo, la falta de tiempos para ocuparme de mi salud, el vivir en el interior de la provincia, hicieron que no cumpliera con lo prescripto.
Primera sugerencia: Tomemos como hábito el control anual de PAP, Colposcopia y Mamografía. Sabemos que no es agradable, pero pensemos que peor es encontrarse con sorpresas luego. Marquemos un mes al año que sea el designado para nuestro control anual. Y cumplamos esa auto promesa a rajatablas.
Durante ese tiempo comencé a concurrir a un Taller Literario, en la localidad donde habito. En esa época escribí esto:
Trébol de cuatro hojas
Cuatro soles
que iluminan el firmamento de mi vida.
Cuatro lunas
que con su brillo
alegran mi alma.
Cuatro estrellas
que marcan el norte
para no perderme en el desierto.
La suerte marcó mi vida
pariendo un trébol de cuatro hojas.
Cuatro milagros, cuatro amores.
Cuatro hijos que son….
mi trébol, de cuatro hojas.
Se lo dediqué a mis hijos, en la navidad de 2010.
A los 49 años, mientras me duchaba, me descubrí una dureza en la mama derecha, como del tamaño de una canica. Sin alarmarme demasiado, ya que había pasado antes, concurrí al ginecólogo que atiende cerca de mi casa. Me indicó una mamografía y al estudiarla dijo que parecía que todo estaba bien.
Para mayor seguridad, y como muestra de mi toma de conciencia por no haber cumplido con lo prescripto anteriormente, llevé los estudios a un especialista de Córdoba Capital.
Cuando los observó, concluyó que el Mamógrafo era obsoleto, y no permitía ver con claridad la afección.
Segunda sugerencia: Realicen los estudios en lugares seguros, con buena aparatología. LALCEC tiene excelentes centros de atención, y son a muy bajo costo.
Nuevos estudios mostraron dos nódulos en la mama derecha, de aproximadamente 15.0 mm de diámetro cada uno. Entonces me indicaron una Punción, que dio como resultado Carcinoma Ductal invasor.
Mi pobre hija fue la encargada de ir a buscar el resultado de ese estudio y por supuesto, la primera en enterarse. Me lo comunicó por teléfono, con voz tranquila, pero en el fondo se la notaba preocupada. Luego supe que había llorado mucho al conocer esos resultados.
Yo lo tomé sin demasiada preocupación. Ya había pasado antes por eso y había salido todo bien.
Cuarenta días después me realizaron la Cirugía en la cual me extirparon el Cuadrante superior derecho de la mama derecha y vaciaron los Ganglios axilares.
Mi hija estuvo a mi lado en todo momento.
Yo había pasado además por cuatro cesáreas, de modo que estaba acostumbrada a los posoperatorios. Todo transcurrió de modo bastante tranquilo.
Ahora había que esperar el estudio anátomopatológico. A pesar de mi ansiedad, sabía que lo mejor era mantenerme serena.
Una semana después, retiré los resultados: había Metástasis en tres de los diez ganglios retirados.
En la hora de viaje, de regreso a casa, fui acomodando mis ideas.
No quería preocupar a mi familia.
Debía afrontar esto con valentía.
Y había cosas en mi vida que tendría que cambiar indefectiblemente: no podría trabajar.
Yo era Docente, con poquitas horas, en la escuela secundaria de mi pueblo, y además tenía una fiambrería, que aportaba al sustento familiar.
Ese día creo que fue el más duro de esta historia. Cuando con voz entrecortada se lo comuniqué a mi esposo, que me abrazó y me dijo que no me hiciera problema; ya nos íbamos a arreglar.
Esa noche, mientras me duchaba, fue el único momento en que me permití llorar. Me preguntaba ¿Porqué a mi? si todavía me faltaban tantas cosas por hacer….quería ejercer mi profesión, deseaba viajar, tenía un hijo todavía adolescente, quería conocer a mis nietos…
Mientras salía de la ducha fue modificándose ese interrogante…y se transformó sólo en ¿POR QUÉ?….Las respuestas fueron apareciendo claramente con el correr de los días….
Pude darme cuenta que una gran angustia, surgida de algunas desilusiones que decidí callar por largos años, habían encontrado la forma de salir.
Paulatinamente fui entendiendo por qué me había enfermado. No era feliz; no estaba conforme con mi vida. Estaba triste y enojada.
Por años había callado cosas que me molestaban, sólo por agradar a otros, o por evitar sus enojos. Además muchas personas en las que yo confiaba me habían desilusionado, y creía que eso era muy injusto.
Ahora era el momento de cambiar las cosas. No estaba dispuesta a darme por vencida; lucharía por deshacerme de esas células dañinas. Cada noche, mentalmente, limpiaba mi cuerpo y me encomendaba a Jesús. Era como si barriera todo lo malo, y oraba colocándome en las manos del Señor.
Lo que siguió fue conocer a mi Oncólogo, quien decidió la Quimioterapia primero y luego los rayos.
Siempre conté con el apoyo de mi familia y de mis amigas, que fueron turnándose para acompañarme en cada sesión de Quimio, o ayudándome con terapias alternativas, mimándome y haciéndome sentir su amor.
Mi familia nunca me trató diferente, y hasta estaban contentos de tenerme en casa. Uno de mis hijos, acostumbrado a que yo siempre estuviera trabajando, un día dijo: ¡qué lindo es llegar a casa y encontrar olor a comida de mamá!
No trabajé fuera de mi hogar durante diez meses; aunque en ocasiones colaboraba en el comercio familiar.
Los primeros tres meses, en los cuales comencé con la Quimio, se me cayó el cabello y empecé a usar gorra. Una peluca no estaba a mi alcance.
Mi obra social tardaba en proporcionarme las drogas; a pesar de ir personalmente y plantarme a protestar, en dos oportunidades tuve que comprarlas para no perder el turno de la quimioterapia. Eso me pareció muy cruel e inhumano. Yo, con esfuerzo, podía comprarlas. Pero ¿qué hacen aquellas personas que no tienen recursos?
Tercera sugerencia: Si tienen inconvenientes para realizarse estudios u obtener los medicamentos, pidan ayuda, asesórense. La ley nos protege por ser enfermedad crónica. El Grupo Amazonas de Córdoba, es una agrupación de mujeres que han pasado por ésta experiencia y además de brindar contención desde la experiencia, tiene en claro cómo luchar por nuestros derechos. Contáctense con ellas: amazonasdecordoba@gmail.com.
El tratamiento no resultó ser tan malo como había escuchado. Nunca me tiró a la cama. Sólo sufría de insomnio la segunda noche, luego de la sesión.
Nunca dejé de salir a pesar de verme hinchada y pelada.
No me permitía ser invadida por el miedo. Expulsaba inmediatamente todo pensamiento negativo y usaba todas mis energías para pensar que YO podía sanarme.
Fui trabajando sobre lo que quería cambiar. Enterré los enojos, acepté el pasado y decidí mirar para adelante pensando en mí; en lo que deseaba para mi vida de ahora en adelante.
Ya que tenía mucho tiempo libre empecé a hacer cursos de capacitación a distancia, y luego rendía los exámenes en forma presencial. Estudiaba, rendía y acumulaba puntaje para poder acceder a nuevas horas cátedra que me permitieran dedicarme a lo que verdaderamente quería hacer: Enseñar.
Luego de ocho meses de Quimioterapia comenzó la Radioterapia. Veinte sesiones. Viajaba una hora de ida y una de vuelta, a las cinco de la mañana, para quince minutos de Rayos. En medio de eso, las fiestas de Fin de Año y mi hijo menor operado de apéndice. Fue agotador. Pero yo asentía que estaba más cerca del final, y eso me ponía muy ansiosa.
Mi cabello fue creciendo y en febrero de 2013, luego que mi pobre médico escuchó no menos de cinco veces la pregunta ¿Cuándo puedo volver a trabajar?, logré el alta médica, que me permitiría regresar a mi amada escuela.
Aunque debía continuar con Quimio por algunos meses más.
Durante ese año, un grupo de amigos al que llamo “mi grupo viajero”, decidió ir a México. Lógicamente, no podía perderme la oportunidad de cumplir con ese sueño. Acomodé mis sesiones de Quimio, pedí unos días en mi trabajo y me fui a México. Mi esposo me acompañó. Durante el tiempo del tratamiento, yo había dejado de escribir. Necesitaba todas mis fuerzas para enfocarme en mi sanación.
Pero al regresar de ese viaje, las musas aparecieron mágicamente y escribí el siguiente relato:
Bendición
Siempre me gustó viajar, y uno de mis deseos era conocer México.
Pude cumplirlo en el año 2013, luego de un complicado período en el cual me diagnosticaron Cáncer, y pasé por Rayos y Quimioterapia.
Me acompañaba mi grupo viajero; un puñado de locos que, como yo, gustan de la aventura, la curiosidad por otras culturas y los lugares con historia….
Aquel día salimos de excursión hacia Teotiguacán, donde recorreríamos la pirámide del Sol y de la Luna.
El calor comenzaba a sentirse, y con mi amiga Alejandra decidimos ir directamente a la pirámide del Sol, economizando energías que por nuestra edad y estado físico, no nos sobraban.
El resto del grupo se abocó a escalar la pirámide de la Luna, llevándose con ellos las máquinas fotográficas.
Luego de esquivar a los vendedores ambulantes que nos tentaban con platería y recuerdos, llegamos a nuestro objetivo.
Comenzamos el ascenso de los altos escalones ayudándonos con la cuerda, que hacía de pasamanos.
Descansamos algunos minutos en la mitad del camino.
Contemplar el paisaje era imponente. En las pirámides, cada piedra estaba perfectamente alineada con el resto. La emoción embargaba nuestros sentidos.
Continuamos hacia la cúspide. Al llegar, el sol era abrazador y a pesar de lentes y sombreros, había que entrecerrar los ojos.
Una alegría interior nos hizo reírnos y festejar el arribo. De pronto, ambas atinamos a levantar las manos, como solicitándole energía al sol, intentando mirar al cielo…..
Fue entonces cuando una bellísima mariposa, de un intenso color naranja, se asentó sobre mi dedo Mayor, que apuntaba al sol.
Antes de enmudecer, alcancé a decir:
-¡Mirá la mariposa!….. ¡y no tenemos una máquina de fotos!….
Luego de darme cuenta que no podría eternizar ese mágico instante, me dediqué a disfrutarlo.
Por largos segundos la mariposa permaneció asentada en mi mano y luego de revolotear unos instantes, volvió a posarse sobre mis dedos.
Yo….sentí que era un mensaje que Dios me mandaba para decirme que todo estaría bien. Que disfrute cada instante de mi vida. Que sea feliz…
Sentí que era una segunda oportunidad; con más sabiduría.
Y muy dentro mío, que el mensaje era de Paz y de Fe.
Luego, la mariposa se apartó y se perdió en el mediodía.
Pocas experiencias marcaron mi vida como ésa.
Quizá fue el azar. Pero yo sentí la mano de Dios otorgándome su Bendición.
Que así sea.
Hoy estoy segura de lo que creo.
“Si una emoción puede enfermar el cuerpo, otra emoción puede sanarlo. El amor, la fe y la felicidad pueden curar el cáncer”
Es tan sencillo, que parece complejo.
Yo sé que sané porque cambié mi modo de sentir y de vivir. Porque puede responder al “¿Por qué?”
Hoy agradezco haberme enfermado. De otro modo seguiría encerrada en las tinieblas de la tristeza y la infelicidad. ¡Hoy disfruto tanto de vivir!.
Y no crean que mi vida es color de rosa. Sólo que decreté procurar tener buenas emociones e intentar no dejarme contaminar por aquellas que no lo son. Ni las propias ni las ajenas.
Me he dedicado a la Docencia y amo mi trabajo.
Continúo escribiendo, ya que para mí es un bálsamo que me permite ponerle palabras a mis emociones. Cuando estoy feliz, o algo me lastima, reviso mi corazón y escribo sobre eso. Creo que hago lo mejor que puedo: contarlo, visibilizarlo, sacarlo. No me quedo callada.
Quiero terminar este testimonio con algo que escribí recientemente, sabiendo que disfrutar el presente es lo mejor que puede pasarnos. Quizá… sólo se trate de mirar la vida desde otra perspectiva, para poder decir que la hemos honrado.
Perspectiva
Cuando la vida se te fue por un instante,
el vuelo de la mariposa te emociona;
el aroma de la flor es una fiesta.
La lluvia una bendición.
Cuando la vida se te fue por un momento,
el sol es un milagro.
Un nacimiento es motivo suficiente
para agarrarse fuerte de este mundo.
Cuando la vida se te va por un instante,
cada pequeña cosa cobra sentido.
Así,
cuando la vida se vaya definitivamente,
podremos decir, que hemos vivido.
Las abrazo con el alma.