Maru Tombo
Mi vida, la vida de todos nosotros, corridas, idas y vueltas, estamos envueltos en problemas y conflictos que cuando terminan pareciera que desesperadamente estamos tratando de encontrar otro, como si no pudiéramos vivir sin ellos… hasta que en un momento, se paraliza el mundo, es, en ese segundo donde uno empieza a darse cuenta que hay algo más importante, que algo está pasando, algo que va más allá de si tenés plata o si tu amigo está enojado con vos, o si tu hijo trajo una mala nota, algo que vos, solo vos, podés sentir, esa extraña sensación de AHORA SI.
Año 2015, laboralmente hablando estaba siendo complicado, trasladaba preocupaciones, angustias y llantos a mi casa, sensación de soledad a tal punto que mis seres queridos me decían que si seguía así me iba a enfermar.
Me sentía frustrada y envuelta en una maraña de situaciones conflictivas de las cuales no encontraba salida, llegando fin de año mi marido al verme tan mal, tratando de sacarme del agujero me dice, “¿qué te parece si hacemos un lindo viaje familiar?; económicamente, no era el momento pero accedí, planes colmados de felicidad, se comenzaron a opacar, dentro mío pensaba que era imposible porque hacía muy poco tiempo me había realizado todos los controles y todo estaba bien, pero el aspecto de mi pecho derecho decía lo contrario, fechas complicadas para pedir turno, conseguí para la vuelta de nuestras vacaciones, tratando de auto convencerme que la urgencia no era tal, disfruté y disfrutamos muchísimo de ese viaje; una de esas mañanas, me levanto, me miro en el espejo y noto que mi pezón se había hundido, como si alguien desde adentro me lo estuviera succionando, los días comenzaron a ser eternos, mirándome cada segundo el terrible y lento proceso del tan temido fantasma que me acechó toda la vida, herencia familiar de cáncer mama; desde los 21 años decidí atenderme con un mastólogo, evidentemente, nada alcanzó para evitar esta mala pasada, contra el destino no se puede ir y yo fui la elegida a mis 47 años, como también, mi abuela y mi tía, las cuales no tuvieron la fortuna que yo tengo de poder estar escribiendo estas líneas para ustedes.
Convencida del refrán “por algo pasan las cosas”, sabía que no podía perder tiempo en lamentos, y reproches, y también sabía que iba a aprender muchas cosas, siempre apuntando a pensar que enseñanza me dejaba cada cosa que iba sucediendo, había que actuar y rápido, mi médico me miró y me dijo; “en menos de 40 días estas operada”, esto es urgente, en el momento sin titubear y sin estudios previos me derivó al cirujano El Dr. Najun Enrique, excelente profesional que hoy desgraciadamente ya no está con nosotros , quién con extrema sobriedad y ternura (tal como si fuera mi papá) me explicaba a mí y a mi marido los procedimientos y el paso a paso de esto. Jamás me nombró la palabra cáncer, algo que pedía a gritos que me lo dijera (vaya a saber porque) pero después me di cuenta porque nunca la escuché; con el pasar del tiempo me di cuenta que yo me insertaba en mi fantasía que podía ser algo similar pero no tan grave, y así el cimbronazo y las esperanzas de poder recuperarte más fácil son otras.
Recuerdo salir de ahí y permitirme solo largar un llanto cuando subí al auto con mi marido y él me dijo, quédate tranquila, que juntos vamos a salir de esto, te vas a curar, pensá en positivo, difícil tarea la que me encomendó, y a partir de ahí me dije Y.. como se hace para pensar en positivo? no quejándose de los tratamientos?, del post operatorio?, Como hago? Seré positiva? o seré una persona negativa? la verdad nunca lo pude desgranar, lo único que si podía era escuchar a la gente que me decía que bien que te lo tomás, que coraje, que ganas que le ponés, y a eso yo contestaba, no hay opción, la única elección es la vida, es una sola ruta y yo imaginaba en mi cabeza un camino largo con muchas curvas y contra curvas y una desviación donde salía otro camino que se desvanecía al comenzar, o sea, no hay elección, nunca pude entender la gente que me preguntaba cómo haces? No hay receta no hay respuesta, hay un solo camino siempre conteste, ni me pregunte como voy a hacer? me dije Lo voy a hacer
Mis hijos… nunca voy a olvidar cuando les dije a los tres en la mesa, “bueno chicos, tengo una noticia…..vieron que mamá fue al médico, tengo algunos problemas, me van a tener que operar , probablemente tenga que hacer algún tratamiento, pero quiero que sepan algo, si Uds., me ven mal, descompuesta, pálida o sin pelo, no se pongan mal, piensen que mamá se está curando, piensen y sepan que es porque estoy mejor, grávenselo en sus cabezas, el camino no va a ser fácil pero no se olviden nunca de eso, mamá se está curando y necesito de la ayuda de todos para que podamos salir de esto. Mi hija mayor me miró y deslizó una lágrima, la menor me hizo mil preguntas y el varón, se paró y con voz firme me dijo, esto tiene una sola palabra mamá y vos no nos lo querés decir, vos tenés CANCER, fue la primera vez que me habían enfrentado con tan cruenta realidad. Y así comenzamos, una nueva etapa en nuestra vida familiar, distinta, donde las nimiedades quedaron en segundo plano, donde todo rondaba alrededor mío y de mis horarios, ellos tratando que yo no me diera cuenta de sus preocupaciones y yo tratando que sus vidas continuaran lo más normal posible, no descuidando ningún detalle, y así, a su vez yo me tomaba el momento de mi enfermedad como un in pass en mi vida, sintiendo que me podía ocupar de cosas cotidianas que me satisfacían, lo que en otro momento no lo podría haber hecho, contradictoriamente a lo que en líneas generales se pueda pensar yo estaba feliz, compartiendo cada segundo con mi familia.
Todo fue muy rápido, muchas personas diciéndote lo terrible de una biopsia, lo de la marcación; la verdad, placentero no es, pero mi cabeza enfocaba permanentemente en, vamos VOS PODÉS, tenés mucho porque vivir, al mal paso darle prisa, y así íbamos avanzando, con mi gran compañero de estos últimos 10 años, que no me dejó ni un segundo sola, mi marido.
El día de la operación, cuan querida me sentí, mi marido, mi mamá, mis hijos, mis hermanas, mis sobrinos, mis amigas, todos ahí temprano a las 7 de la mañana para darme un beso antes de entrar al quirófano, que bien que te hace al alma, tanto amor.
Después de la operación, se venía otro desafío, que encontrarían, y bueno…. tenía afectado el ganglio centinela, recuerdo como el día de hoy cuando el Dr. Najun, luego de la operación se acercó a mi cama, me acarició la cabeza y me dijo; “gorda, salió todo bien pero… vamos a tener que hacer quimio”, siempre con las palabras justas, yo me quedé con la parte de salió todo bien, y recuerdo haberme puesto contenta, mientras que los que estaban conmigo trataban de consolarme y yo no lograba saber porque, hasta pensé que me estaban ocultando la verdad por las caras de todos, llegué a pensar no tengo cura están todos tristes y yo no.
Y ahí empezamos la etapa de recuperación, difícil dolorosa pero no imposible teniendo tan buena gente a mi alrededor, todo fue más simple.
Mi marido desde el momento que llegué a mi casa me sacaba a caminar, (yo le decía que parecía su perro que me sacaba) me ponía ropa de él porque con 3 drenajes colgando nada me entraba y salía así disfrazada y caminando lento pero segura de su brazo y sabiendo que iba a poder. Los drenajes se tapaban y por las noches mi gran compañero siempre atento hacía hasta lo imposible para que yo estuviera lo más cómoda posible con mi mastectomía, sinceramente en el momento que me enteré que me tenían que sacar todo el pecho, no me importó, eso quería, no quería que quedara ningún rastro de este mal; aún recuerdo que el Dr. me mando al cirujano plástico y yo no entendía para que, no me interesaba un expansor y mucho menos tener puestas prótesis, él me insistió y me dijo; ahora no te importa porque estas en otra etapa, más adelante lo vas a agradecer , y cuan acertado estuvo.
Siguiente paso el oncólogo, mi oncólogo, el Dr. Balbiani Luis, cuanto le debo, cuanta vida, que gran persona y profesional, que felicidad cuando me dijo vamos a hacer quimio profiláctica son cuatro, y yo le dije ¿solo cuatro? Me sentí tan dichosa…y ahí se presentó un nuevo desafío, un mundo desconocido, de hospital de día, donde te das cuenta que si otras personas pudieron y pueden vos también, donde tu mundo se transforma en ínfimo al ver al resto de las personas que circulan día a día por ahí, la dieta, los cuidados y afrontar la importante caída de pelo, el impacto fue terrible, yo con mi inmensa y larga caballera lacia negra, repentinamente tuve que recurrir a un corte de pelo que me hacía sentir muy bien, pero al breve plazo, un día en la ducha, se me empezó a quedar en la mano como si me lo estuviera arrancando, que sensación de desesperación el sentir que no terminaba de caerse en cuanto lo tocaba, pero algo quedó asique decidí no raparme y dejarme esos mínimos mechones de pelo que simulaban ser flequillo debajo de mis variados gorros que me regalaban mis dos grandes amigas, los que combinaba con la ropa y quedaban divinos, hasta el día de hoy los sigo usando, las quimios las tomaba como una consulta médica, tratando de no pensar en los dolores ni agujas, una de mis amigas me entretenía con videos que me mandaba a mi celular, y volvía y me daba el lujo de ir a buscar a mis hijos al colegio, que gran felicidad me daba eso, todos me decían que me quedara descansando pero sentir que podía hacer esas cosas me llenaba de satisfacción y de ganas de superarme día a día, pero si no llegaba, tenía la seguridad que un gran apoyo logístico de madres estaban siempre a mi lado preguntando si necesitaba algo, y por fin llegó el tan esperado día, la última quimio, cuanta ansiedad, cuanto cansancio físico, pero cuantas ganas de salir de esto, hasta que en ese momento el destino me jugó una mala pasada, sin entrar en detalles, se me infiltró la droga. Salí y a las dos cuadras tuve que volver al hospital de día sintiendo que me habían prendido fuego las venas, a partir de ese momento, comencé una lucha interminable de dolor y la búsqueda de una solución para esto. Noches sin dormir, días de llanto interminable, la impotencia de sentir que no terminaba acá la batalla y ahora tenía que ser más fuerte aún, mi oncólogo tan desconcertado con la situación, hizo más de lo que estaba a su alcance para palear mi dolor. Fueron momentos de mucha incertidumbre, era como si el cáncer hubiera mutado a mi brazo, me sentía ya casi sin fuerzas, había puesto todo y más en la recuperación de mi enfermedad y casi en la recta final, sin mediar ni medio día de descanso se me presentaba esto, un brazo inmovilizado, manejando la posibilidad de perderlo, recurrí a todo, deambule por cuanto lugar me decían y recuperé mi fe que la tenía olvidada.
Ahora el brazo derecho rehabilitándolo por los ganglios que me habían sacado y el izquierdo inmovilizado del dolor, mi mamá se trasladó a mi casa, tuvimos que poner gente en casa que me ayudara con todo, ya no podía ir a buscar a mis hijos al colegio, no me podía bañar, no podía lavarme los dientes, se complicaban las extracciones de sangre para los controles, el cálculo de volver a trabajar falló, estuve un año sin poder reintegrarme, cada vez los gastos fueron más, la economía del hogar se vió altamente perjudicada, hasta el día de hoy; pero nada de eso impidió que siguiera adelante. Por momentos me detenía en medio de la vorágine de querer estar bien y decía dentro mío, “pero…yo estaba operada de cáncer, que es esto que me paso ahora?, la verdad no tenía respuestas a tantas incógnitas; y ahí encontré una amiga del alma, esas que nunca creí que existieran ni tuve, esas amigas incondicionales que están siempre, algo que antes jamás había experimentado, es gente que sin ningún tipo de interés da todo, y la respuesta a mi pregunta que es esto que ahora me pasa, la encontré en ella.
De todo algo se aprende como dije al principio, y aprendí…
… que existe gente valiosa.
… que puedo tener amigos sinceros, que siempre van a estar dándome una mano.
…a disfrutar el estar en mi casa, con mi hermosa familia,
…lo bueno que es trabajar.
…a darme cuenta que uno solo no puede curarse, que necesita de toda esta gente maravillosa que me rodeó y gracias a Dios me rodea con todo su amor.
Y aprendí por sobre todas las cosas que estamos en un viaje de ida y yo no tengo ninguna intención de bajarme a mitad de camino, es un tren con muchos vagones llenos de situaciones buenas y malas, sepamos aprovechar y recorrer cada rincón para poder aprender y dejar una huella única, un granito de arena, para que nuestra gente y este mundo sea cada día un lugar mejor.
Cada hora, cada mañana, cada día, cada mes, cada año, nos hace sentir la importancia de estar vivos.
Gracias a todas las personas que me acompañaron y me siguen acompañando en esta grande y hermosa vida que me toca vivir.
Eternamente agradecida