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Los vacíos sin comillas de este artículo, tienen sentido y no son arbitrarios. Tampoco inoportunos; no fueron creados porque sí. Tienen la misma estructura fragmentaria que cualquier otro párrafo. Son seguidos por una serie de frases y proseguidos por nuevos vacíos (silencios – vacíos) que intervienen en la frecuencia de lo que se está por narrar: Disolución de temas, fragmentos de realidades e irrealidades (suyas, tuyas, mías) que vienen, van y doblan en curvas muy rápidas. Esta fugacidad musical de significados hacen a la trama de cada escrito: la enfermedad como un planteada como un objetos solitario, el camino incierto, la esperanza y la fe, lo que está por venir, lo que se fue, lo que nunca estuvo, personas que dicen y se desdicen. Historias de vida con imágenes líricas libradas a su imaginación pero que a su vez tienen algo en común. Una dolencia o afección compartida: el cáncer. Todo lo descrito más arriba, se entrelaza para formar esto – a lo que yo llamo, cuando no me gusta lo que escribo… “una gran pérdida de mi tiempo”. Cuando pienso que podría haber escrito algo mucho mejor, no más… sino mejor – Toda la narración se logra gracias a estos oídos de tímpanos gigantes; que nada se les pasa, que todo lo registran; agudos, puntillosos, memoriosos y selectivos. Capaces de recordar… absolutamente todo.

Poemas, artículos y ensayos hechos de significados ajenos. En ellos hay un perpetuo decir. “Decir” acerca de algo, que parece estar diciéndose en otra parte. Porque al final no somos tan distintos. Hay algo en lo ajeno que resulta propio, como dice el tango que canta Bunbury: “Aprendiendo de lo ajeno se descubre lo propio”. Espero que encuentren algo propio en mis vacíos. Y que tanta vida no sea en vano… / enfermarse, también es vivir.

Puede que éste texto, bien o mal escrito, sea relatado por distintas voces. Verán mi voz en primera persona que comienza así…. No me cuesta escribir, la escritura es lo mío, sin embargo dudé mucho cuando arranqué con: “esto”, lo digo entre comillas porque me cuesta la idea de ponerle nombre a mi historia. Lo primero que pensé fue: Porque a alguien podría importarle “algo” acerca de mí. Y la verdad es que no encontré una respuesta satisfactoria para eso… sólo sé que las palabras fluyen, estoy en mi zona de confort. En realidad, el debate interno fue si valía la pena compartir esto con ustedes. Finalmente entendí al leer otras historias que, “si cuento la mía no es porque sea única si no justamente porque no lo es” (Malala Yousafzai) después de leer esa frase, supe que tenía que hacer esto. Hoy siento la necesidad de dejarles “algo”, para compartir y entender juntos todo lo que sucede cuando uno está enfermo.

Ponerme en palabras con respecto a mi enfermedad no es fácil, tampoco es difícil… es raro. Yo escribo desde siempre, es mi manera de comunicarme con el mundo. Escribo porque me cuesta saber lo que pienso hasta que no leo lo que escribo (alguien dijo esto, no sé quién). Suena loco, no? Pero es la verdad. Voy a intentar ser lo más clara y honesta posible. Voy a intentar sacarle aunque sea un poco de mala fama al “cáncer”. Porque les juro que a ésta maldita enfermedad la conozco desde hace muchos años. Y así arranca ésta: mi historia. Llena de ilusiones, dolores, esperanzas y vacíos. – Primer vacío – en lo ajeno. Robado, porque es de otro y no es mío. Ajeno. Y extraño- Formulado por un yo que a veces, es un tú o un nosotros. Preguntas que nadie responde, que nos hacen y nos hacemos sin saber que… algunas respuestas se dan en silencio. Cuando tenía 15 años, a mi mamá le diagnosticaron Cáncer de mama. En esa época, 1995 apróx. Tener cáncer era algo así como de vida o muerte. Honestamente lo primero que uno pensaba era: se va a morir. Y aunque eso fue hace mucho tiempo, yo recuerdo absolutamente todo. Me dormía todas las noches abrazada a la almohada repitiendo la misma frase, como una plegaria: Por favor que no se muera. Pasaba algo raro ahí, en esa época… había una cierta prohibición a hablar de la enfermedad. Hasta me animaría a decir que era “incómodo”.

-Segundo vacío: el silencio. Vacío de contenido sonoro. Ausencia de sonido, y por lo tanto: Vacío- Silencios en movimiento, formulados por un yo que a veces es un tú: L. es el que está hablando ahora. Nos acabamos de sentar y me cuenta, poco según él; mucho según yo- “L”, es el de pocas palabras, que se conforma con poca información. Mi “amigo L”. (Siempre me gustaron las palabras entre-comilladas, no sólo porque la palabra queda en una suerte de abrazo sino porque también hacen que el lector imagine cualquier cosa; ésa es la idea).

Estoy escribiendo- le dije- y no me contaste que te pareció lo último que te mandé. L, dio un par de vueltas y no me contestó claramente; pero no me sorprendió ya que nunca o casi, nunca lo hace. Como haces- me dijo en cambio- digo para escribir… porque a veces repetís palabras, frases… como haces para que quede bien! Cuando yo escribo, generalmente lo termino rompiendo. -tercer vacío: No sé cómo lo hago. Volver al comienzo. Estructura de las frases… escrito para…, explicación vacía. Pregunta formulada no por mí, sino por L. y de nuevo un vacío bullicioso, porque no le pude responder-

Ahora soy yo la que habla: creo que algunas ideas, surgen de libros que alguna vez leí! Sabía que no le estaba respondiendo y no me importó. Tampoco es verdad que la escritura nace gracias (sólo) a la lectura… sabía que se estaba refiriendo a otra cosa. Para escribir, bien o mal, lo importante es tener “algo” para decir. Y esto es lo que a mí me sucede. Tengo mucho para decir….

Mi primera cita con el cáncer fue la enfermedad de mi mamá. Nunca voy a olvidar, cuando mandó a hacer una peluca con su mismo corte de pelo. Carré de pelo lacio y marrón. Yo amaba jugar con esa peluca, y hacer de cuenta que era psicóloga. Ella no pensaba dejar de trabajar y no quería que sus pacientes se dieran cuenta de que estaba enferma, por eso se hizo hacer una peluca. En esa época no tenía onda raparse, como hice yo cuando me enfermé. Lo curioso es que yo tampoco le conté a muchas personas que estaba enferma, y mucho menos en mi ambiente de trabajo. No sé porque hice eso. Pero les juro que me ayudó. Sobre todo a mantenerme fuerte. Mi mamá me enseñó que frente a ésta enfermedad, uno tiene que decidir si se va a parar del lado de la vida, o del lado de la muerte. Y hoy pensaba, lo que ahora, pongo en palabras para Uds.: No es importante lo que las Circunstancias No Elegidas Hacen de Nosotros / sino / Lo que nosotros eligiendo / Hacemos a partir de Esas Circunstancias. Y por muy tonto que les parezca… esto es lo más importante para afrontar el cáncer. Toda la enfermedad de mi mamá y su tratamiento lo viví con miedo. Miedo a que se muera. Pero eso no sucedió. Y yo creo que ella / su actitud / hizo bastante para que eso no suceda.

Mi vieja tiene hoy 77 años. Y está espléndida. En honor a mi madre, puedo decir que el estilo de mi familia no es apechugarse frente a las adversidades, y créanme que nos han tocado muchas. Creo que cierta locura y cinismo a veces ayuda a mantenerse entero… No dejarse avasallar por el miedo. Toda mi vida parece una bicicleta, que cada 20 metros se le salta la cadena. Y desde chica siempre supe que todo puede resultar de otra manera, y no como uno lo espera. Que puede haber improvistos. Hoy me puse a hacer memoria, para escribir esto, y creo que en aquella época la enfermedad tenía otro semblante. La quimio tenía otro impacto en el cuerpo, algo así como lo que mostraban esas películas tristes de la década del 80´, con el protagonista moribundo abrazado al inodoro. En fin, hoy no es así. Es terrible, pero no es así… tan devastador.

Cuarto vacío – La muerte – El dolor más profundo e inexplicable. Sufrimiento que no llega a nadie. Sólo vive y sobrevive en quien lo padece. De allí el sufrimiento, por la inutilidad de su sufrimiento: angustia que no llega a nadie. Para la autora, yo en éste caso, esa comunión, encuentro/separación, no sólo decide acerca de nuestra soledad sino que asegura la más bella permanencia al estar viva, y muestra también su relación con la muerte, cuando dice: pero aquellos / a quienes / una vez / de verdad amamos / para siempre / están en nosotros (…) es difícil describir este sentimiento tan ajeno a otros, ¿no? -le dije- te acompaño hasta donde la luz me deje!, no llores… no tengas miedo, guarda mis palabras. Para siempre tuyas: La muerte es un lugar lleno de amigos. Luego de un lapsus en el cuarto vacío…. Continúo.

Mi segundo “encuentro” con la enfermedad – no tuvo un final feliz. Pero me dejó un enorme aprendizaje. Este repaso por mi historia me hace pensar en un millón de cosas. Lo que significa realmente salir de una experiencia tan dura como la de “estar enfermo” (sigo utilizando comillas sólo por el hecho de que me gusta “abrazar” algunos conceptos). A veces estar enfermo te pone en un lugar de escena, de alguna manera te convertís en un accidente que acaba de pasar y todo el mundo se detiene a mirarte. Por favor, no dejen que eso suceda. No se pongan en ése lugar triste. Traten de ser lo más soberbios que puedan con la enfermedad. No dejen que ése bicho se adueñe de sus vidas. Mi segunda experiencia con el cáncer fue devastadora. Mi pareja a los 35 años falleció de un tumor de colon. Capaz al leer esto piensen, lo que justamente se me está cruzando a mí por la cabeza, (mientras mis dedos fluye por el teclado como si fuese un piano). “Menos mal que el mensaje era esperanzador” No??? . Les juro que lo es. Pero no todos los finales son felices, y eso no significa que no haya esperanza. Cuando empecé a escribir esto me dije a mi misma que no iba a ocultar las partes tristes de mi historia. Porque la vida es así. Está llena de pozos que tenemos que atravesar y si nos caemos tenemos la obligación de levantarnos. Y no lo digo porque se lo debemos a nuestros seres queridos, o como la típica frase de folleto “hacelo por tus hijos”. No!! Ni siquiera porque le debemos algo a quienes nos cuidan en los momentos difíciles. Lo digo por nosotros. Porque el amor propio es el único que te va a salvar. Prepárate para sentir miedo, para transitar un camino que muchas veces es incierto. Por más que los médicos te expliquen “el tratamiento” o “la operación”. Es difícil de explicar el sentimiento de no saber lo que te va a pasar. Puede que te duela… y puede que no. Pero lo que sea que suceda, vas a tener que atravesarlo. Vas a tener que ser valiente. Evitar el dolor o la angustia sería un grave error. Cuando nos enteramos de la enfermedad del Edu, así se llamaba él. Fue un balazo. Yo sabía exactamente que “estar enfermo” no era para él. Y así fue! la única enfermedad que tuvo en su vida lo mató. Y les juro que atravesar su enfermedad fue mucho más difícil que transitar la mía.

Cuando me diagnosticaron a mí… yo ya sabía que algo no andaba bien. Todavía me acuerdo estar sentada con la Doc. Y decirle. Ok. Comprendo. Y ahora? Qué hacemos?

¡Y Pensar que le dije: Comprendo!!!. -Gran mentira.- De nada sirve comprender.

A nadie nunca le ha servido comprender. Una enfermedad como el cáncer, no necesita ser comprendida. Cuando volví a casa con el diagnóstico… Vi los ojos de mi novio no comprendiendo, acompañado de mí gesto triste y mi llanto inevitable. Gesto de mí cara yéndose a llorar importantemente. / Pausa / Cada vez que corto hongos en tajaditas, lo más finitas que puedo, me acuerdo de él. El sabor de los hongos me hace acordar a él/ En ése momento supe que era lo que NO tenía que hacer. Supe que iba a estar triste un par de días capaz. Supe que iba a volver a las inevitables preguntas… y sus inevitables respuestas. A veces algunas respuestas se me vuelven pregunta. A veces pareciera que lo dicho por nosotros – por Uds./ por mí o por vos- cuando conversamos de todo y de pavadas, pero de todo y de pavadas; sin la parte prohibida… (no te vas a morir… pero me puedo morir) Pareciera que cada vocablo dicho es… Oportunidad- de vida o muerte. Cuando estás enfermo todo toma otra dimensión. Y está permitido. Te sentís como un accidente que acaba de ocurrir, y todo el mundo se detiene a mirar, (sé que ya dije esto, pero es muy representativa la metáfora). Estás en el centro de la escena. Estás enfermo y eso implica que alguien tiene que cuidarte / o no. Es un camino duro el de la enfermedad. Por eso está en ustedes decidir desde que lugar van a transitar ése -su camino.

Quinto vacío: Prohibido hablar. Censura de un abrazo callejero. Prohibido besar. No descuidar las defensas – prohibido que te bajen las defensas – Parte prohibida: Hablar de un nosotros que ya no existe, la enfermedad te cambia. Y eso genera un: Vacío- Los silencios en movimiento evocan. Su ritmo evoca alternativamente dos gestos fundamentales: El acuerdo y la separación. (Oportuno es recordar aquí que: El silencio es un lugar peligroso) Cortos de tiempo. Vacíos de tiempo. Empezamos a valorar otras cosas. Tomamos consciencia de nuestra vida y existencia. Y eso es muy valioso.

Tiempos transitorios transitamos…Breves, circunstanciales, momentáneos, accidentales, esporádicos y sobre todo fugaces; van y vienen. Ocupando un tiempo de no hablar. El error radica, aquí, en “pedirle al tiempo”, y sabemos también que al esperarlo todo de la Fe es probable que sólo llegue la Fe en el silencio: Calla aquel que sabe/ y aquel que no sabe/ habla.

No dejemos abrumarnos. No estén tristes. Sean fuertes. Sean valientes. Sean honestos. No resistan más de lo que puedan. No se enojen con la enfermedad. Ni con el estrés de la vida que hasta hace poco decidieron llevar. Tengan fe en ustedes mismos. Cambien. Ríanse todo lo posible. Lloren cuando las lágrimas broten. No las repriman. No se censuren. Y lo más importante de toda ésta catarata de sentimientos. VIVAN.

Cuando todo pase… vamos a ocupar una distinta dimensión temporal… otro espacio y otro tiempo… Donde ahora es siempre – porque nunca hubo un antes-. Ahora la enferma soy yo. Cáncer de mama: Quimio, rayos, hormono e inmunoterapia, mastectomía radical (con ganglios). Y todavía falta la mama que está “sana” esa también va a volar…Lo mío todavía está en proceso. Con mi tratamiento me fue muy bien. Mi cirujano plástico me dijo un día.. Hablábamos de todo y de pavadas… pero de todo y de pavadas. Hasta que dijo: No puedo creer que lo único que te importe es, si ya podes manejar. Y yo a secas le dije. Sí. Entonces respondió, no te preocupes por el dolor. Esto no te va a doler… estaba sacándome los drenajes. Antes de pegar el tirón me dijo, entre otras cosas para distraerme, sos una persona estoica. Y ahí tiro. Me mordí los dientes… pero no grité. Ves? Me dijo. Sé que te dolió un poquito… pero nada que no puedas soportar. Después de todo lo que les conté más arriba… decidí que necesitaba empezar a dormir mejor: Compró una almohada porque creyó que así dormiría mejor. Pero no. Durmió y quedó con sueño. Comió y quedó con hambre. Aguardas noche/ y viene día. Aguardas día/ y viene noche. Somos así. Nunca nos conformamos. Y es un arma de doble filo. Compró una almohada que perdía plumas. Noche tras noche… la abrazó fuerte. Pensando que así dormiría mejor. Pero no. Perdía plumas; noche tras noche. Siesta tras siesta. La abrazó tan fuerte que se desintegró, sólo quedo la funda, llana, lisa y limpia. Pero vacía.

-quinto vacío: vacío de relleno. Almohadas vacías, listas para rellenar. Almohadas que te recuerdan: podes volver a soñar. Almohadas que tergiversan: aguardas noche/ y viene día-
Prometo: Cuando termine el tratamiento voy a viajar. Voy a seguir haciendo lo que estaba haciendo cuando me enferme. Voy a vivir.

-sexto vacío: Vacío existencial: el que todo ser humano padece. En donde nosotros, que sufrimos esta enfermedad, corremos con ventaja-. (Pausa)

Surge ahora una fuerte nostalgia de “otro espacio”… Pero por favor, ¡que no esté vacío! Sólo necesita un espacio, la imposición de un espacio perfecto, no visitado por el tiempo…inmóvil, lleno de flores, montaña, luz, aire… aire posible de respirar. Lugar que no me olvide, espacio que me recuerde que soy de acá. Sin saber quién hablaba, continúo- En medio de ése paisaje descrito, y luego de todo lo vivido, es fundamental para mí asumir el íntimo corazón que narra. Esta es una abreviatura de mi vida. Es una….Difícil sinceridad, dispuesta ahí al alcance de todos los que quieran leerla.

Es decir, como un escritor exiliado, creyéndose el único extraño en la tierra, transforma su herida en lugar de reunión- contando a todos, y a Uds. La historia de su vida- pretendiendo que los lectores entiendan el íntimo corazón que escribe: nunca se olviden que antes de ser pacientes, antes de estar enfermos… son personas. Somos personas con historias, con miedos, con gente que nos quiere, algunos somos más sensibles que otros. Soy yo en ustedes y ustedes en mí. “Porque el ser humano no trasciende en sí mismo…. La única manera de trascender, es en los otros”. (C. Jung).

A veces siento cierta nostalgia de estar “sana”, completa y sin vacíos.

“El tiempo es siempre mañana”, en efecto presenta un yo ausente, que no puede coincidir con el ahora, con el presente o con la presencia. Muestra claramente la falta de pertenencia, ausencia de fe en sí misma. No / perteneciendo a ella, lo que escribe. Como tampoco lo bien o mal, que cuenta… lo que quiere narrar. Esta soy yo como escritora. Me cuesta hacerme cargo de ésta profesión.
Ahora sí queda librada a Uds. la difícil tarea. Porque cuando el lector está más atento y ha terminado de leer, es decir cuando ya ha descifrado gran parte de lo leído más arriba (gran problema de la literatura moderna: descifrar), cuando ha recreado en sí mismo esa disputa entre acuerdo y separación; cuando, por fin, ya puede re-leer, pero ahora con el corazón, (ahora libremente), este ensayo-escrito “poco, muy o nada fácil” de leer, entonces podrá sentir una emoción muy particular ante ciertos párrafos o versos de forma humilde.

Como por ejemplo éstos: es la tuya / mi mano… Que de ningún modo significan una declaración de amor, sino que son la perfecta fórmula de una reconciliación, o la dichosa tregua, que por fin le fue dada a quien pensó que en algún momento podía morir. La bondad en el sentimiento amistoso: querer por querer, fuerza que no cesa. Inexorable ternura, la única que sabrá abolir ése “nadie enlutado” que vive en mi; ése nadie que se sienta en el medio y mata la posibilidad de cualquier tipo de afecto o diálogo: de perderse –encontrarse- en el otro, sabiendo que ése otro no es más que ella misma intentando encontrarse, para poder por fin… valorar a los demás; valor de pararse en frente de ése otro: espejo que no miente. Ahí están ustedes. Quienes me están leyendo y por esta simple acción saben que estoy viva.

-Último vacío: Este es suyo… Para que hagan del vacío lo que os plazca-

Siempre que se cuenta una historia se habla de “otros”… para los que uno escribe.

Siempre que uno escribe un cuento, artículo, ensayo, un poema, se hace por ustedes… a quienes les robamos, de vez en cuando, un poco de “algo” para poder escribir.

Y se hace por nosotros, que también vivimos. Porque al fin de historias no somos tan distintos.